BOYACÁ (Circuito Turistico)
Boyacá y la Sabana de Bogotá conforman el altiplano y una red de pequeños valles entre los 2.000 y los 3.000 mts., unidos por la carretera central y varias rutas alternas para recorridos interiores ( Valle de Tensa y otras menores). Hay opción de una segunda carretera para el regreso, vía Chiquinquirá, igualmente interesante. Programa turístico ideal para un recorrido de tres o cuatro días.
Los dos territorios eran el asiento principal de la cultura Muisca, cuya población, cercana a un millón de personas, se asentaba en unos 25.000 Kms.2 al momento de la Conquista española. Los muiscas fueron la principal y una de las pocas etnias preexistentes en territorio de Colombia que sobrevivió, gracias a su condición pacífica pero, principalmente, a que contaba con organización para hacerse útil al invasor, para adaptarse o, en últimas, para refugiarse en confines selváticos. Del estadio precolombino quedan algunas muestras arqueológicas accesibles en cercanías de Sogamoso y Villa de Leyva, aunque los principales centros de la actividad muisca fueron Hunza (Tunja), Tundama (Duitama) y Sugamuxi (Sogamoso).
A la muerte de los "zipas" y "zaques" durante la rapaz búsqueda de "Eldorado" por los conquistadores, y tras el progresivo desmantelamiento de su cultura, Boyacá y la "Sabana", ya separadas en provincias distintas, entraron a ser por obvias razones el corazón del "Nuevo Reino" colonial de los siglos XVI y XVII: eran el centro geográfico, disponían de excelentes tierras de labranza, de agua abundante, de clima benigno, de buenos nexos con las demás regiones y grupos indígenas. Pero sobre todo, había suficientes "indios de labor" para establecer un modelo feudal de sociedad, pariente del que los conquistadores venían de padecer ellos mismos en la Península - al que venían justamente escapando - y el cual acabaron por reproducir aquí en su provecho. Durante tres parsimoniosas centurias el modelo se esparció por la región, constelándola de pequeños poblados típicamente andinos, donde se puede apreciar todavía el largo régimen de las "encomiendas", de las iglesias doctrineras, del barroco. Los descendientes de los "chibchas" (término que se emplea con frecuencia como sinónimo de muiscas, pero que, en realidad, corresponde a la familia lingüística de éstos, común a muchos otros grupos desde el Ecuador hasta Centroamérica), se perciben por todas partes en lento mestizaje, pobres y orgullosamente tranquilos en sus pequeñas parcelas cultivadas de papa, cebada, trigo, maíz y cebollas. La antigua predominancia política de la región no se percibe ahora, ni la lengua o hábitos precolombinos se recuerdan, pero el sustrato de ambas herencias - indígena y española - es plenamente reconocible en la gente y en un paisaje encantador.
Boyacá es la región colombiana que guarda mayor analogía con los antiguos imperios americanos avasallados por España. Aquí las huellas arqueológicas son mínimas comparadas con Cuzco o los territorios Mayas o Aztecas, pero hay un ámbito similar en cuanto a la arquitectura civil y religiosa colonial. Si bien ésta es también más modesta, el trazo fundacional y las construcciones, celosamente ceñidos a las Leyes de Indias, son insuperables por su austeridad, noble escala, armonía de los conjuntos e ingenuos decorados, sin que falten ejemplos de ocasional magnificencia. La ciudad mayor, TUNJA, se preservó casi intacta hasta la década de los cincuentas, desde cuando una mal entendida modernidad ha .venido agrediéndola de mil formas; aun así, conserva varios tesoros que ameritan una buena tarde de visita. Fuera de Tunja está la VILLA DE LEYVA, su émulo contrario: allí el mal consiste en construir lo nuevo haciendo pobre imitación de lo colonial, falseando el conjunto. Tanto en la Villa como en MONGUí, Tópaga, Turmequé, Tibasosa, Oicatá, Cucaita (observe la presencia chibcha de los nombres) y en una docena más de poblaciones, hay ejemplos destacados del barroco, magníficos altares, pinturas murales, cuadros, imaginería, archivos y libros antiguos, algunas fábricas catedralicias, claustros en piedra sillar o en adobe, junto a la divisa principal de la zona: las pequeñas y primorosas iglesias. Muchas piezas coloniales han venido desapareciendo por saqueos y falta de escrúpulos de los mercaderes de arte, razón por la cual es posible que algunos templos permanezcan cerrados o retiren de la vista parte de su patrimonio. (Ese fue también el motivo de reunir una buena muestra en un Museo Religioso, en cercanía de Duitama, donde se presumía más fácil ejercer vigilancia. El Museo fue también víctima de un asalto, pero aún se puede visitar).
La arquitectura boyacense no evoca grandes palacios, al contrario de ciertas zonas de importancia similar en Perú, Bolivia o Méjico, donde la monumentalidad coincide con prósperos períodos de riqueza minera de oro y plata. Aquí no había extracción de metales preciosos: la enorme cantidad de oro expoliado por los conquistadores a los muiscas estaba ya convertida en joyas que los indígenas elaboraban negociando el metal con otros grupos, a cambio de sal, tejidos y esmeraldas. Por cierto: las esmeraldas eran el tesoro preciado de los muiscas. Aún hoy Boyacá ocupa el primer rango mundial en calidad y cantidad de producción. (No intente comprarlas en la zona)
Este territorio fue también el escenario principal de la Guerra Libertadora en los albores del siglo XIX. Santander y Bolívar tuvieron aquí sus primeros éxitos militares contra el régimen de Fernando VII, valiéndose del ejército que el primero de los dos reorganizó en los Llanos de Casanare para enfrentar las fuerzas de la Reconquista. Recuerde que los dominios virreinales habían vuelto a manos españolas pocos años después del "Grito" de Independencia de l.810, gracias a la invasión exitosa encabezada por Pablo Morillo, enviado por la Corona a la caída de Napoleón. En Agosto de l.919 la Nueva Granada, hoy Colombia, se liberó por segunda vez, la definitiva, al salir derrotadas las fuerzas realistas en el Pantano de Vargas y el Puente de Boyacá. ( Hay monumentos conmemorativos en ambos lugares, dignos de verse.) Millares de soldados boyacenses y llaneros siguieron a pie limpio o a caballo en las campañas que, en los años siguientes, dieron la libertad a la Capitanía de Venezuela, la Real Audiencia de Quito y finalmente, al Virreinato del Perú.
A la riqueza histórica, Boyacá añade una amplia artesanía en barro ( RáQUIRA), tejidos (NOBSA y otros lugares) y cestería. El turismo cuenta además con el centro de termales mejor equipado del país en PAIPA, y un buen Centro de Convenciones sobre el embalse de Sochagota. En toda la zona hay una extensa red de pequeños hostales campestres, entre ellos un convento del siglo XVII (La Candelaria, en Ráquira) y media docena de antiguas haciendas ( el Molino de Mesopotamia, en Villa de Leyva; Baza, en Timaná; San Luis de Ucuengá, en Duitama; Suescún, en Sogamoso; el Salitre, en Paipa, etc.), transformados en hoteles de delicioso sabor centenario. Cualquiera de ellos puede servir de base para visitar el lago de TOTA, 55 kms.2 a 3.015 mts. s.n.m., donde podrá almorzar buena trucha o pernoctar con algo de frío, en modestos hostales. En el extremo norte de Boyacá está también la Sierra Nevada del COCUY, con picos por encima de los 5.490 mts. y una bella laguna, donde es posible hacer montañismo con la precaución de saberse asistir -no se le ocurra omitirlo- por "baquianos" de la zona.
Visitas dentro del Circuito:
Fuera de lo recomendado para Tunja, el viaje por Boyacá debe darle oportunidad de ver, en tres o cuatro días:
- El Puente de Boyacá en el lugar de la batalla (14 Kms. antes de Tunja) al pie de la carretera central. El parque conmemorativo contiene monumentos de las celebraciones sucesivas, un videorama siempre cerrado, un buen restaurante (a menudo fuera de servicio) y un bonito jardín en el marco del pequeño puente y de la plaza de banderas.
Después de Tunja, si opta por la dirección nordeste (antigua vía a Pamplona), esto es lo que merece prioridad en su viaje:
(43 kms adelante de Tunja). Visite la Casona del Salitre, una de las más grandes y hermosas haciendas coloniales que perteneció a los jesuitas, hoy convertida en hotel (con un muy desafortunado añadido para zona de piscina y un deficiente servicio); el Pantano de Vargas, conmemorado con una escultura heroica de Rodrigo Arenas, alusiva a la carga de la caballería llanera; el Lago de Sochagota y los Baños termales en alguno de los hoteles o en el Parador Los Lanceros. Paipa es buen lugar para pernoctar, con muy buenas opciones de alojamiento (un excelente hotel de convenciones entre varios), la mayoría con piscinas termales, hidroterapia y talasoterapia, aeróbicos, etc.
-Museo de Arte Religioso y Punta Larga, en dos parajes aledaños a DUITAMA, el segundo de los cuales cuenta también con un par de buenos hoteles., Desde aquí se tiene una buena base para excursionar más al norte.
- NOBSA y TIBASOSA, dos poblaciones en ruta al norte de Paipa (vía Belencito la primera y a Sogamoso la segunda): tejidos de lana - ruanas y cobijas a excelentes precios y una hermosa plaza e iglesia, son sus atractivos principales, respectivamente. Nobsa es famosa por las frutas en conserva.
- MONGUI: a 97 Kms de Tunja, la arquitectura más monumental del siglo XVII, iglesia y convento (actualmente Museo) en piedra sillar, con magníficas fachadas sobre la plaza. Si tiene tiempo, continúe hasta TóPAGA, dueña de otro tipo de iglesia, menos solemne pero llena de encanto.
- LA LAGUNA DE TOTA, 24 Kms. al oriente de Sogamoso. Puede navegar y pescar truchas arco iris. Si tiene tiempo de acercarse hasta Iza, encontrará otro poblado interesante con un par de hoteles aceptables.
Si de Tunja, en lugar de continuar hacia el norte prefiere virar al occidente, por ejemplo para pasar una tarde hípica en el Hipódromo de Villa de Leyva, o si a la vuelta del norte desea alternar como ruta de regreso la vía de Chiquinquirá-Ubaté, esto es lo que debe visitar:
VILLA DE LEIVA:
a 39 Kms., menos fría que Tunja o Bogotá ( está a 2.145 m), es una pequeña joya colonial convertida en epicentro turístico. Fue fundada en l.572 en lo que fuera un valle fértil, bien arborizado y rico en aguas. Por acción del colonizador, en menos de un siglo el valle perdió dos tercios de la población indígena y entró a erosionarse velozmente, hasta rememorar hoy ciertos paisajes semidesiertos de Castilla, con sus ocres y olivares, en torno a las bellas techumbres del poblado. (Por compensación histórica, allí funciona ahora el "Colegio Verde", experimento didáctico sobre ecología.)
Su plaza principal es una de las más bellas del país. Ameritan visita la Casa de Nariño, Precursor de la Independencia, donde murió. La casa natal de Ricaurte, héroe de la campaña de Venezuela. La sede del Primer Congreso de las Provincias Unidas de la Nueva Granada (l.812, en el período que los Colombianos denominamos con cruel propiedad "la Patria Boba", donde la unidad nacional se desgastó en una querella entre federalistas y centralistas que distrajo la defensa ante la guerra de la Reconquista) presidido por Camilo Torres, la figura de los centralistas - justamente opuesta a la de Nariño, cabeza de los federalistas -. La Real Fábrica de Licores. La iglesita del Carmen y el Museo Religioso. En inmediaciones de la Villa están el bellísimo Monasterio del Ecce Homo, fundado en 1.620, donde las monjas dominicas ofrecen albergue. Muy cerca se puede ver una interesante pieza paleontológica excavada en el lugar, correspondiente a un ichtiosaurio. En la salida de la Villa hacia Arcabuco hay un Museo Paleontológico en un molino colonial, que explica el singular proceso geológico de la zona, muy rica en fósiles. A veinte minutos por la misma vía se llega a la entrada del Santuario de Fauna y Flora de Iguaque, con un soberbio paisaje y una laguna en zona de páramo, a 3.600 ms., "cuna sagrada de la humanidad" en la mitología muisca (hay posibilidad de hospedaje). En dirección a Ráquira se encuentran las ruinas arqueológicas denominadas "el Infiernito", un recinto interesante marcado por gruesas columnas de piedra labrada en lo que fue la antigua Saquencipá, cacicazgo (capital indígena) del valle. Y el hipódromo, en fin, tal vez el único escenario hípico del género que funciona hoy por hoy en Colombia.
RAQUIRA:
a 80 Kms. de Tunja, centro artesanal de primer orden. Muy cerca, el Desierto de La Candelaria es lugar de un bello monasterio de los agustinos, tal vez el más antiguo que se conserva en el centro del país (fundado en l.602), donde se aloja a los peregrinos y turistas. Tiene un interesante Museo.
CHIQUINQUIRA:
segunda ciudad de Boyacá, sede de peregrinaciones religiosas a la Santa Virgen Patrona de Colombia. Sitio para comprar instrumentos de cuerda de música folclórica andina.
De Chiquinquirá a Bogotá hay una buena carretera que cruza una región lechera de antiguas haciendas y uno de los más hermosos lagos naturales del altiplano, la laguna de Fúquene. Luego se cruzan Ubaté y Sutatausa, ya en territorio de Cundinamarca. Se accede enseguida a Zipaquirá, en la Sabana, a las puertas de la Capital.
Fuera de la ruta central tratada anteriormente, Boyacá tiene otras zonas de interés menor. Para un segundo viaje, o para una visita al Llano, la entrada por el Valle de Tensa le pone en contacto con otro paisaje y un clima bastante más tibio; y con una gastronomía distinta por el uso de frutas y vinos de la región.