Simón Bolívar - Discursos y Manifiestos
Carta de Jamaica
Discurso de Angostura
Manifiesto de Cartagena
Ùltima Proclama
Simón Bolívar la figura del principal catalizador de la emancipación de los pueblos sudamericanos respecto del poder colonial español, se engrandece a medida que se profundiza en la colosal empresa llevada a cabo con la ayuda de su empeño, la cual le llevó a recibir el sobrenombre de El Libertador.
Nace en Caracas (Venezuela) el 24 de julio de 1783, y muere en la hacienda de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta, en Colombia, el 17 de diciembre de 1830, a los cuarenta y siete años de edad.
Sus padres fueron Don Juan Vicente Bolívar y Doña María de la Concepción Palacios y Blanco. Entre sus antecesores hubo otros del mismo nombre, siendo el más conocido Simón Bolívar, llamado "el Viejo". La familia pertenecía a la nobleza peninsular, y los Bolívar venezolanos, eran dueños de ricas propiedades rurales.
La vida de Bolívar es la historia más apasionante de luchas, esfuerzos, drama, derrotas y triunfos, gloria y tragedia. Hizo sus primeros estudios en Caracas, y tuvo entre sus maestros a Simón Rodríguez, extraordinario personaje por quien guardó gran admiración, y a Don Andrés Bello, joven casi de su misma edad, de temprana erudición y grandes dotes intelectuales, que más tarde llenó con su nombre la historia intelectual de América y actuó en Chile durante largos años.
Tanto Rodríguez como Bello eran caraqueños. Dijo el sabio español Menéndez y Pelayo: "La antigua Capitanía General de Caracas, hoy República de Venezuela, tiene la gloria de haber dado a la América Española, simultáneamente, su mayor hombre de armas y su mayor hombre de letras: Simón Bolívar y Andrés Bello".
A los quince años ya era Bolívar huérfano de padre y madre, y su tío y tutor Don Carlos Palacios, le hizo trasladar a Madrid para seguir sus estudios. En 1799 salió para España, pasando por México. El Virrey de México pudo apreciar los dotes del joven y se alarmó cuando le oyó disertar sobre asuntos políticos y defender, con firmeza, la idea de la libertad. En la Corte madrileña, y dedicado a sus estudios, conoció a María Teresa del Toro, sobrina del Marqués del Toro, su amigo de Caracas. En 1801 contrajeron matrimonio, después de haber realizado Bolívar un viaje por Francia y otros países. Regresó a Venezuela con su mujer, y se dedicó a la administración de sus propiedades. En 1803 murió la esposa, de modo que antes de los veintiún años había perdido al padre, a la madre y a la esposa.
Desolado empezó a interesarse más activamente en la vida pública, y a fines de 1803 volvió a Europa. Viajó por diversos países, especialmente España, Francia e Italia, y en 1805 hablaba con su antiguo maestro Don Simón Rodríguez, en el monte Aventino, en Roma, sobre la libertad de América. Hizo el voto de libertad a su Patria de España. Presenció los triunfos de Napoleón, Primer Cónsul. Estaba en París cuando se estableció el Imperio. En Milán volvió a encontrar al Emperador coronándose Rey de Italia. Aunque admiraba al Napoleón guerrero, tuvo frases de desdén para el Napoleón Emperador y Rey. En París derrochó dinero como en otras capitales europeas, pero también estudiaba, se informaba de la opinión pública y proyectaba su fantasía desbordada sobre el porvenir de su Patria, atacando las tiranías. En la vida elegante de París creció su amor por Fanny du Villars -nacida Trioband de Aristigueta-, lejana prima suya a quien amó con romántica pasión. La moda parisién dió su nombre a un sombrero de la época.
Su temperamento apasionado se volcó sobre todas las experiencias que la vida le ofrecía, desde los estudios, las conversaciones con sabios y políticos hasta la galantería de los salones. Regresó a Venezuela por la ruta de los Estados Unidos.
Visitó varias ciudades de su costa atlántica, conoció importantes personalidades y llegó a Caracas a fines de 1806. Venezuela se inquietaba, como otras Colonias de la América española, por las disputas de Carlos IV y su hijo Fernando VII y las actividades de Napoleón en la política española. Francisco de Miranda, el Precursor de la Independencia, había realizado ya sus invasiones a Coro y Ocumare, fracasadas; pero sus consejos y su literatura política, así como el ejemplo de su acción, andaban por América. Miranda se mantenía en contacto con hombres de diversos países de Sudamérica, exponiendo sus ideas en copiosa correspondencia.
Los sucesos de 1808 en España aumentan la inquietud de los americanos del Sur. La coronación de José Bonaparte como Rey de España enciende el ambiente político. Se fundan Juntas en América. La Junta de Caracas favorece aparentemente la restauración de Fernando VII, pero en realidad las opiniones están divididas. Unos abogan por la autonomía con reconocimiento de Fernando VII y otros por la libertad absoluta. El 19 de Abril de 1810, la Junta de Caracas, de la que forman parte Bolívar y sus amigos, obliga al Capitán General Vicente Emparan a dimitir y se forma el primer Gobierno independiente en Sudamérica.
Bolívar fue enviado a Inglaterra como agente diplomático junto con Luis López Méndez y su antiguo maestro Andrés Bello. En Londres se encontraron los comisionados con el General Francisco de Miranda, a quien su actuación en la Revolución Francesa, sus viajes por toda Europa, sus trabajos por América y su larga permanencia en Londres rodeaban de prestigio. Miranda prestó servicios a los Comisionados presentándolos a los políticos ingleses, entre los cuales contaba numerosas relaciones. Miranda regresó a Caracas, tras largos años de ausencia, poco después que Bolívar por las gestiones de éste.
En plena actividad política, Bolívar es de los dirigentes más apasionados. Así llega el 5 de julio de 1811, y el Congreso de la Provincia de Venezuela firma el Acta de la Independencia. Miranda está entre los Miembros del Congreso. Cuando el Cuerpo Legislativo duda, Bolívar es de los que desde la Sociedad Patriótica urge por acción decidida. "Trescientos años de esclavitud ¿no bastan?", grita cuando el Congreso vacila. Se discute entre la adopción de un sistema federal o central. Los realistas de algunas provincias venezolanas se oponen a las decisiones del Gobierno de Caracas y de las otras seis provincias venezolanas que han decretado la independencia. El nuevo Gobierno trata de triunfar por la persuasión, pero los realistas se lanzan a la revuelta. Los republicanos dan a Miranda plenos poderes de Dictador y Generalísimo. Bolívar está a las órdenes del viejo revolucionario, que obtiene algunos triunfos sobre los realistas. Ocurren disensiones entre la Junta de Gobierno y el Generalísimo Miranda.
Monteverde, jefe español, con la ayuda del Gobernador de Coro, se avecina con su ejército. Los negros de las regiones de Barlovento se levantan. Un terrible terremoto destruye Caracas y otras ciudades el 23 de marzo de 1812. El fanatismo y la ignorancia atribuyen esta desgracia a castigo del cielo. El clero realista amedrenta al pueblo. Bolívar presta eficaz ayuda a las gentes de su ciudad, y ante las prédicas frailunas dice su memorable frase: "Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y la venceremos".
Mientras Miranda actúa entre Valencia y La Victoria, Bolívar es el jefe de la importante plaza de Puerto Cabello, baluarte patriota. Surge la traición en el fuerte y tras breve lucha la plaza se pierde a pesar de los esfuerzos de Bolívar, sin que lleguen los refuerzos que ha pedido al Cuartel General. Monteverde avanza y Bolívar hace viaje por mar a La Guaira y llega a Caracas. Rinde informe a su General. La situación se agrava por las disensiones en el Ejército patriota y en el Gobierno. No falta la influencia de alguna potencia extranjera que teme que Miranda tome medidas revolucionarias a la francesa, y se llega a la capitulación del 25 de julio de 1812, deplorable para el país, pues el jefe español no cumplió los términos de dicha capitulación, violó los pactos y llegó a Caracas. Bolívar consideró débil la actuación de Miranda y denunció la perfidia de Monteverde. Bolívar sale para La Guaira. Allí llega también Miranda. Los patriotas exaltados, que no se explican la conducta de Miranda y la reserva de éste, resuelven apresarle. Bolívar está entre ellos y detiene al viejo General. La acción de los exaltados es censurable, pues los triunfantes realistas se aprovechan de ella y se apoderan del prisionero. Bolívar logra embarcar para Curazao.
Con algunos patriotas siguió a Cartagena, ciudad de la Nueva Granada (hoy Colombia), que estaba libre del poder español, y ofreció sus servicios al Gobierno republicano de aquel país. En Cartagena hizo público el célebre "Manifiesto de Cartagena", que es uno de sus más notables documentos. Con los recursos y el mando que obtiene realiza una rápida campaña por el Magdalena y llega a Tunja, sede del Gobierno del país neogranadino, después de haber destruido las fuerzas españolas que quedaban en el Alto Magdalena, ocupando Cúcuta y Pamplona, ciudades cercanas a la frontera venezolana. Convence al Gobierno de Nueva Granada del peligro en que está si no se destruye a los españoles de Venezuela, y es autorizado para abrir la campaña que inicia en mayo de 1813. Toma Mérida, donde es aclamado por primera vez con el título de Libertador. Los patriotas de Mérida -Campo Elías, Rivas Dávila, los Picón y otros- le siguen y ayudan con nuevas tropas y llega a Trujillo, donde proclama el 15 de junio del mismo año la guerra a muerte, en vista de horrores cometidos por los realistas. Y sigue su marcha triunfal hacia Caracas después de destruir los ejércitos españoles que le salieron al paso. Es lo que se llama la Campaña Admirable, realizada en noventa días. En Caracas es de nuevo aclamado Libertador y crea, como Jefe Supremo, la Orden Militar de los Libertadores de Venezuela. Continúan los riesgos y batallas con éxitos y fracasos en todo el territorio nacional, y la batalla de Araure es una de las más notables en este año para la República. En 1814, Boves, infatigable con sus soldados, entre los cuales cuenta con los llaneros, amenaza a los patriotas y comete toda clase de horrores.
Las dos batallas de San Mateo son victorias de Bolívar. La primera batalla de Carabobo, también, en mayo de 1814. En junio, Boves triunfa en La Puerta y se abre paso hacia Caracas. Ambos bandos combaten con furia. Es hora funesta para las armas patriotas. Poco antes, en pleno triunfo, Bolívar había dado cuenta de sus campañas y ofrecido resignar el mando ante los representantes del pueblo. Le ratificaron en sus poderes. Pero había que hacer frente a Boves y sus hordas. Al avanzar los realistas triunfantes, Bolívar decide salir hacia oriente. Le siguen grandes masas que huían de Boves. Es la dolorosa emigración. En Aragua sufrió un revés ante las fuerzas de Morales, y se retiró a Barcelona, siguiendo con sus diezmadas tropas a Cumaná. Continuó a Carúpano y embarcó para Cartagena, sufriendo las acusaciones de sus compañeros de armas. Le acompañaba el patriota Mariño. Era el 25 de septiembre de 1814. Llegó a Tunja, donde el Congreso le hizo cordial recibimiento, y él pidió que se juzgara su conducta. El Congreso neogradino le dió poderes para abrir campaña sobre Santa Fe de Bogotá, en poder de los realistas. Tomó la ciudad y el Gobierno de Tunja se trasladó a ella. Luego se le encargó de marchar sobre Santa Marta, lugar que estaba aún en poder de los españoles. Se le dió el título de Capitán General del Ejército y Pacificador.
Las diferencias entre jefes republicanos impidieron el avance sobre Santa Marta. Los españoles empezaron a recuperar terreno. Una nueva expedición llegaba de España a Venezuela. Tras pérdidas de hombres y aprovisionamientos, Bolívar dimitió, pues no logró evitar la rivalidad que su renombre levantaba en algunos oficiales neogranadinos. Embarcó para Jamaica e hizo un llamamiento a la unión. Desde su exilio escribió la célebre "Carta de Jamaica", en la cual analiza la situación y las causas de la derrota, señala las necesidades y circunstancias de cada país de América y expresa su fe en el triunfo final de la Libertad. Es uno de los documentos políticos más importantes que ha dejado el Libertador. Política, sociología, historia y filosofía se encuentran en esas páginas que señalan la realidad americana y avanzan proféticos conceptos sobre los destinos del Continente.
Su actividad en Jamaica es múltiple: es la del intelectual, la del escritor que propaga sus ideas y busca adeptos para ellas con su estilo revolucionario y ardiente, y la del hombre político y guerrero que, sin desmayos, prepara una nueva expedición militar para el Continente. Luis Brión, más tarde Almirante de Colombia, hombre de negocios de Curazao, le ayuda con verdadero fervor. Se salva del puñal asesino por casualidad.
La Santa Alianza no ve con buenos ojos a Bolívar, y la Gran Bretaña, por medio de sus autoridades de Kingston, trata de entorpecer su acción revolucionaria. Marcha a Haití, donde encuentra la amistad y ayuda franca del Presidente Alejandro Petión, negro admirable que ha luchado por la Libertad. Proyecta el regreso a Venezuela. En 1815 salió con la expedición para Margarita, donde Arismendi evolucionaba en contra de Morillo después de haberse sometido a él. Allí reorganizó el Gobierno republicano, siendo reconocido por Jefe Supremo, y Mariño por su segundo. Pasó a Carúpano, destacó a Mariño para la campaña de Oriente y siguió a Ocumare de la Costa. Proclamó la cesación de la guerra a muerte y el perdón a los que se rindiesen aun cuando fuesen españoles. Proclamó de nuevo la libertad de los esclavos, cumpliendo así su promesa hecha a Petión.
Siempre hombre de mirada internacional, destacó a Brión para que conferenciase con el Gobierno de Washington y con las patriotas de México. La expedición sólo contaba con 250 hombres, pero con recursos suficientes para muchos más. Sin embargo, tuvo que regresar a Haití en busca de nuevas ayudas, y en enero de 1817 volvió a desembarcar en Venezuela. La intriga cundía en las filas de los patriotas. La grandeza de Bolívar le hacía nacer enemigos y rivales. Bolívar siguió impávido trabajando por sus ideas. Algunos patriotas reconocieron que era indispensable su presencia, y entre ellos, Arismendi y Brión le llamaron. Volvió a poner pie en el Continente para no abandonarlo más. La adversidad había sido excelente maestra.
Reorganizó tropas en el Oriente, trató de atacar a Caracas; pero prefirió salir hacia el Orinoco, y Guayana fue el escenario de su nueva actividad. Allí no tiene sólo planes de guerra, sino de estadista convencido de la necesidad de la unión americana. Piensa en Nueva Granada. En Guayana entre sus fieles está el Coronel Antonio José de Sucre, que habrá de ser su más leal amigo y colaborador en sus grandiosas visiones y en las batallas geniales del definitivo triunfo americano. Será el Mariscal bizarro y pulcro, y de sus subalternos el que se le puede calificar de estadista.
Angostura, hoy Ciudad Bolívar, es el caer en manos de los patriotas la capital del Gobierno Revolucionario. Se organiza la administración civil. Bolívar actúa no sólo como guerrero, sino como constitucionalista, y sus grandes aspiraciones de conquistador de la libertad y de fundador de naciones se concretan en su pensamiento de organizador. Los llaneros están ahora bajo el mando de José Antonio Páez; es decir, se han pasado a la República. Bolívar entra en contacto con estas fuerzas valerosas, establece el Consejo de Estado, hace una exposición sobre la situación nacional, escribe a los revolucionarios de la Argentina invitándoles para la unidad de Sudamérica, y envía un mensaje a Nueva Granada prometiendo la ayuda de Venezuela. Pero con todos estos triunfos, tiene también que tomar amargas decisiones. Uno de sus generales, el bravo Piar, trata de levantarse contra la autoridad de Bolívar, fiado en su gran prestigio. No logró nada por medios persuasivos el Libertador, y para mantener la disciplina del Ejército se vió forzado a ordenar la prisión de Piar y su fusilamiento, decisión necesaria que lamentó Bolívar.
Se ordenó el reparto de la riqueza pública entre los oficiales y soldados en recompensa a sus servicios y se abrió la campaña sobre Caracas, contando ya con la colaboración de Páez y sus aguerridos llaneros, que antes habían seguido a Boves. Entre derrotas y victorias se logra al fin tomar Calabozo, derrotando a Morillo. Bolívar ocupa entonces los valles de Aragua, sufre una derrota más en La Puerta, lugar nefasto para los patriotas; pero, indomable y más temible en la derrota que en la victoria, reaparece Bolívar, pues la victoria había costado a los realistas muchas pérdidas. Vuelve a Angostura, reorganiza el Ejército, nombra su Gabinete y establece un periódico semanal para la propaganda republicana: "El Correo del Orinoco".
Convoca al célebre Congreso de Angostura, rinde cuentas de su actividad política, administrativa y militar, y dirige su proclama a los neogranadinos, convencido de que ambos países han de unirse para lograr la libertad definitiva. La Legión Británica aumenta las fuerzas de Bolívar, quien inicia la gran empresa de libertar a Nueva Granada. Cruza los Andes, con graves peligros y sacrificios, después de atravesar las llanuras y las selvas, y con sus soldados ateridos por el frío, desfallecientes, se enfrentan a un Ejército enemigo de cerca de 5.000 hombres. Y alcanza la victoria en Boyacà, milagro de su estrategia, el 7 de agosto de 1819. Allí se revelan todas sus capacidades de guerrero y su espíritu indomable para la libertad. Triunfalmente llega a Bogotá. Angostura fué la base de esta otra campaña admirable, como también de una actividad diplomática que singulariza la acción bolivariana.
Desde allí dió uno de sus más célebres manifiestos al mundo, que se publicó traducido a tres idiomas. Su "Discurso ante el Congreso de Angostura" es admirable pieza política, diplomática y llena de energía en su lenguaje vibrante. Bolívar se despojó de todos sus mandos militares y civiles; pero el Congreso le confirma como Jefe Supremo del Ejército y le eligió Presidente de la República y a Francisco Antonio Zea, Presidente de la Asamblea, Vicepresidente del nuevo Gobierno. Empieza nuevas negociaciones con Inglaterra. La reunión del Congreso de Angostura impresionó favorablemente dentro y fuera del país. Y luego su marcha triunfal en Boyacá, que liberó al antiguo Virreinato, afirmó su prestigio en ambos países y en el exterior.
Si alguna vez tuvieron Bolívar y sus huestes que luchar contra la Naturaleza fue en esta campaña, de setenta y cinco días, de las llanuras a los páramos andinos. Entre otros se distinguieron en esta campaña el venezolano José Antonio Anzoátegui y el neogranadino Francisco de Paula Santander, gran figura de su patria. En esta forma retribuyó Bolívar a Nueva Granada la ayuda que antes le había prestado para libertar a Venezuela. Deja a Santander como Vicepresidente de Nueva Granada y regresa a Venezuela. Ante el Congreso de Angostura propone la unión de Nueva Granada y Venezuela.
El 17 de diciembre de 1819 decretó el Congreso la creación de Colombia por la unión de Venezuela, Nueva Granada y Quito, de la cual fue nombrado Presidente Bolívar; Zea, Vicepresidente para Venezuela, y Santander, Vicepresidente para Nueva Granada. La designación del Vicepresidente para Quito se aplazó para cuando entraran en la ciudad las armas libertadoras. Las previsiones y sueños del gran Visionario empezaban a cumplirse.
En enero de 1820, Bolívar proclamaba en Bogotá la creación de la República de Colombia, que se conoce en la historia con el nombre de La Gran Colombia. Meses después, Morillo es autorizado para abrir negociaciones de paz. Bolívar organiza otro ejército, sin embargo, con la mirada puesta en el Sur. Los sucesos de España modifican la posición de los contendientes en América. La Junta Pacificadora presidida por Morillo propone la suspensión de operaciones militares. En las comunicaciones se da a Bolívar el título de Presidente. Este acepta las proposiciones, pero siempre sobre una base indispensable: independencia absoluta.
Empiezan a cundir ideas monárquicas en América. Bolívar habla de Presidencia vitalicia y Senado hereditario. Afirma también su diplomacia en Europa y opina por la regularización de la guerra. Negociado el armisticio, en el cual triunfan los conceptos de Bolívar, de acuerdo con el derecho de gentes, el Libertador y Morillo se encuentran en la villa de Santa Ana, del Estado Trujillo, y esta memorable conferencia pone de relieve la valía humana de ambos adversarios. Morillo comprendió que la independencia estaba ganada por Venezuela, se retiró a España y dejó al General La Torre como jefe del Ejército español, en diciembre de 1820.
Maracaibo, baluarte de realistas, se adhiere a la revolución de independencia, y La Torre cree roto el armisticio, suponiendo que Bolívar ha trabajado para lograr esa adhesión. Bolívar niega tal suposición y ofrece arbitraje, que no es aceptado por el español. Los sucesos se desarrollan rápidamente, y los dos Ejércitos van a encontrarse en la llanura de Carabobo, por segunda vez. Pero en esta ocasión la batalla será decisiva, fulgurante e iluminará como un relámpago.
El 24 de junio de 1821, a las once de la mañana, Bolívar, tras magnífica organización, ataca al enemigo. Los llaneros, con Páez y el Negro Primero, Cedeño y Plaza y todos los patriotas y la Legión Británica, realizan el prodigio dirigidos por el Libertador. En una hora queda destruido el poderío español en Venezuela, después de diez años de lucha. Es una hora estelar.
Carabobo fué para la independencia de Venezuela lo que Boyacá fuè para la de Nueva Granada. Bolívar no se queda en sus triunfos de guerrero. Político y diplomático, se basa en éstos para otras conquistas de paz, para actuar como estadista. Reúne el Congreso de Cúcuta y propone Tratados con otros países de Sudamérica, para arreglo de límites, mantenimiento de la soberanía, asambleas de plenipotenciarios que aconsejen y sirvan de puntos de contacto, a la vez que actúen como árbitros en caso de disputas y diferencias. Todo lo concibe bajo el signo de la unión americana. Despacha a Sucre, que ya ha ganado prestigios sobresalientes, hacia el Sur: Guayaquil es la meta, que no está incluido en el armisticio, y proyecta la liberación absoluta del Ecuador. En viaje hacia Quito, recibe la noticia de la liberación de Panamá, la última provincia de Nueva Granada que quedaba en poder de España. (Panamá independiente de España, forma parte de Nueva Granada; luego, de Colombia la grande, y más tarde, de la actual República de Colombia, hasta que se separa de ésta muchos años después, siendo la última República que se forma de la gran unión bolivariana, del macizo político que la historia conoce como La Gran Colombia).
Surge el problema de Guayaquil. San Martín, que ha libertado a Argentina y Chile, y domina parcialmente el Perú con el título de Protector, desea que la provincia de Quito se anexione a éste. Bolívar, por su parte, insiste que la provincia de Quito se anexione a éste. Bolívar, por su parte, insiste en que Quito y Guayaquil formen parte de Colombia. Misión delicada es la de Sucre. No sólo militar, sino diplomática. Bolívar, a su vez, trata de que Fernando VII reconozca a la República, y mantiene correspondencia con España y sus Generales en América. Pero continúa sus preparativos militares. Nuevas luchas en territorio colombiano, porque Pasto es baluarte realista. Y un nuevo triunfo afirma las armas republicanas: la batalla de Bomboná, el 7 de abril de 1822. A ésta sigue un triunfo de Sucre en territorio ecuatoriano sobre los españoles: la magnífica batalla de Pichincha, el 24 de mayo de 1822.
Luego de estos dos triunfos que obtienen Bolívar y Sucre, y que son parte del sur de Colombia y para el Ecuador lo que Carabobo para Venezuela, ambos Generales se encuentran en Quito. Y el 02 de julio parte para Guayaquil, donde la situación es delicada. José de San Martín llega el 26 de julio. Los dos grandes capitanes están frente a frente. Ambos han luchado por una misma idea: la Independencia americana, pero conciben en forma diferente la organización de los pueblos liberados. Guayaquil y Quito, liberados por las armas de Bolívar y Sucre, no podían pasar al Perú, que aún no había completado su independencia bajo el protectorado de San Martín. Los comisionados de Bolívar andan por diversos países, de México a la Argentina. Habla de la necesidad de una gran Asamblea de Estados americanos, de Tratados sobre dos grandes principios: el del uti possidetis y el de arbitraje. El es quien los proclama por primera vez en América. Entusiasmado con la liberación de Panamá, habla del istmo como de "la gran vía del universo". Su espíritu continental prefigura la grandeza de América unida. Su actividad diplomática, sus triunfos militares y los de sus Tenientes, ejercen influencia en la opinión mundial.
En 1822, el Congreso de los Estados Unidos reconoce la independencia de los Estados libertados, pues es también providente organizador. Y tampoco olvida la divulgación de sus ideas y proyectos por medio de la Prensa. Escritor por naturaleza, hombre extravertido y elocuente, su pluma sirve a maravilla para expresar sus ideas.
Bolívar, como Miranda, carga junto con los pertrechos una imprenta; organiza periódicos a todo lo largo de los territorios; influye a sus Oficiales para que ayuden a la Prensa; él mismo escribe no sólo sus cartas y documentos oficiales para que sean publicados en las gacetas, sino que lleva a las páginas de éstas sus ideas en forma periodística. A los periodistas les instruye para que den modernidad a sus publicaciones. Es, pues, escritor, periodista y civilizador. No olvida jamás la instrucción pública, y no sólo la organiza con los dineros del Estado, sino aún con su peculio particular, y hace llegar a América educadores europeos.
Su oratoria es tan vigorosa como su acción. Su lenguaje es el de la época: vigoroso, romántico, apasionado. No se le podía pedir cierta mesura de profesional de las letras, porque era mucho más: era el volcán de la Libertad alimentado por el fuego de sus ideas. Este es el hombre que con prodigiosa obra cumplida va a encontrarse en Guayaquil con otro gran capitán de América que viene del Sur. San Martín es reservado, introvertido. Bolívar, expresivo, extravertido. En muchos aspectos personales son opuestos. Ambos son perseverantes. En Guayaquil hay tres corrientes de opinión: una quiere la independencia de la provincia; otra, la unión con el Perú: la tercera, la unión con Colombia. Era necesario, por otra parte, concluir la guerra de Independencia contra España. Sucre, al llamar la atención de los españoles y alcanzar la victoria de Pichincha, ha contribuido al triunfo del Libertador en Pasto.
También contribuye con su tacto al triunfo diplomático. Bolívar envía sus mensajes a la Junta de Guayaquil, en los cuales pedía el reconocimiento de la unión de Guayaquil a Colombia. La llegada de Bolívar a Quito y su reconocimiento triunfal son factor importante a favor de su tesis, a la cual dan suprema razón los triunfos de Bomboná y Pichincha. Confidenciales y largas entrevistas ocurrieron entre los dos capitanes. Es evidente que se discutió la suerte de Guayaquil, aun cuando el secreto se mantuviera en muchos aspectos. Las ideas opuestas de ambos se cruzaron allí, y por algo San Martín, cuarenta horas después de haber llegado a Guayaquil, abandonó la ciudad rumbo al Perú y al llegar a Lima renunció a su cargo, para seguir a Chile y Argentina. Que el desinterés suyo y los razonamientos de Bolívar lo llevaron a esta decisión es algo indiscutible. Sin duda, San Martín dió pruebas de comprensión y patriotismo americano, pues Bolívar no sólo contaba con sus razones políticas, sino con sus brillantes triunfos militares y la franca adhesión de los pueblos entusiasmados. Una discordia armada entre los dos jefes hubiera sido desastrosa para la causa que ambos sostenían.
El interés de América estaba por sobre todo, y Bolívar podía defenderlo mejor en aquel punto y momento. Es honorable y patriótica la actitud de San Martín. Buen militar, debió comprender la superioridad militar de las fuerzas grancolombianas dirigidas por Bolívar y Sucre. Sobre esta conferencia han surgido deplorables discusiones, hasta el extremo de que se han utilizado documentos apócrifos, sin ningún valor. Muchos defensores de San Martín han reconocido la insensatez de tales papeles. Así lo declararon, aun cuando más tarde les quisieran dar de nuevo valor, por las razones de la sin razón, de la historia dirigida por decreto, que quieren establecer ciertos gobernantes. Pero la notable obra del historiador venezolano Vicente Lecuna ha dicho, hasta ahora, la última palabra, acabando con la leyenda que se ha querido entronizar sobre la base de esos documentos apócrifos. Y los hechos históricos demuestran que Bolívar y sus tenientes realizaron lo que otros no pudieron realizar. San Martín inició la campaña libertadora del Perú; pero cuando se separó del país, los realistas españoles dominaban aún importantes territorios y aumentaron su poder. Bolívar continuó aquella iniciativa que se había perdido en las dificultades, y libertó al Perú.
Los peruanos nunca llamaron a San Martín su libertador. Le dieron el magnífico título de "Protector del Perú", porque les protegió en la iniciativa de independencia. El título de Libertador del Perú lo dió a Simón Bolívar el Congreso peruano. La mejor prueba de que San Martín conservó gran recuerdo de Bolívar es que en su casa mantenía un retrato del Libertador hecho por la hija de San Martín. Y en su documento a los peruanos, en que anuncia que el Libertador de Colombia va a auxiliar al Perú para terminar la guerra en América, pide a todos tributo de "reconocimiento eterno al inmortal Bolívar".
La Batalla de Junín, el 6 de agosto de 1824, sin un solo disparo, pues fué un terrible combate a sable y lanza realizado por la Caballería, es la victoria de Bolívar y Sucre, que hace cambiar la situación del Perú. Costó grandes pérdidas a ambos contendientes, pero dio la supremacía a los patriotas. Bolívar parte para Lima a organizar el Gobierno civil y a preparar nuevas fuerzas para la batalla decisiva. Encarga a Sucre del mando del Ejército, y este hombre admirable alcanza la victoria de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, sellando la independencia del Perú. Ya había alcanzado el rango de Mariscal de Campo por sus grandes servicios en las campañas de la libertad. Ahora es el glorioso Mariscal de Ayacucho, el más leal y a la vez el más altivo teniente del Libertador.
Bolívar reconoce los grandes méritos de Sucre en documentos generosos y justicieros después de la memorable batalla. Y convoca una Convención nacional. Renuncia una vez más al supremo Poder, tanto en Colombia como en el Perú; rehusa el obsequio de un millón de soles que le ofrece el país, y acepta sólo la espada de oro y ricas pedrerías, y sigue al Alto Perú (hoy Bolivia), cuya liberación proclamó el 16 de mayo de 1825. Bolívar organiza el Gobierno en Bolivia, que recibe este nombre en honor de su Libertador y Fundador, y se ocupa en establecer escuelas, redactar la Constitución de la Nueva República, distribuir tierras, estudiar su irrigación y el desarrollo y administración de las minas riquísimas.
Aquí, como en los demás países liberados, demuestra Bolívar su gran capacidad de constitucionalista, de legislador, de administrador, de político y diplomático, y sigue abogando por la unión americana. Los indios merecen especial atención de su genio. En 1826, después de la apoteosis del Potosí, rinde cuentas al Congreso del Perú y regresa a Colombia. Las intrigas y las ambiciones cunden en el norte de Sudamérica. Sólo la presencia de Bolívar podrá mantener las conquistas realizadas.
Llega a Bogotá, donde permanece dos días, y en tan corto tiempo dicta medidas de gran trascendencia. Sigue a Venezuela, y en el camino, incansable y previsor, ofrece convocar una Convención nacional. Se ha dirigido también a todos los Gobiernos para realizar un Congreso de plenipotenciarios de América, su sueño de gran futuro. Escuelas, hospitales, caminos, tribunales, iba dejando el Libertador, porque era, ante todo, un civilizador. El único reducto español que quedaba en el Perú era El Callao. El venezolano Bartolomé Salom lo ganó para la República. Terminaba la obra gigantesca, Bolívar empieza a recibir proposiciones para fundar una gran Monarquía. Bolívar rechaza tales proposiciones con espíritu admirable y palabras llenas de elevación. Otros le proponían la Dictadura, que él ejerció cuando fue necesario, pero de la cual se despojó en muchas ocasiones. Las intrigas continúan y las desavenencias entre Páez y Santander levantan graves peligros. Hay rivalidad también entre los Generales venezolanos que actúan en su país. Páez quiere iniciar la revuelta. Bolívar llega a Maracaibo, se dirige severamente a Páez y le hace ofertas amistosas si abandona sus procedimientos.
El Libertador entra triunfalmente en Caracas, en 1827, después de haber dictado amnistía y hecho reconocer de los revoltosos su autoridad de Presidente de Colombia. Regresa a Bogotá en 1828, y convoca la Convención de Ocaña para abril del año siguiente. La división continúa su obra después de la renuncia de Bolívar, y éste ha tenido que regresar a Bogotá para asumir el Poder Supremo.
Algunas ciudades de Nueva Granada, Guayaquil y Venezuela piden a Bolívar su continuación en el Poder. Las circunstancias se agravan, y el 25 de septiembre de 1828 los conjurados atentan contra la vida del Libertador en su propia residencia. Algunos de sus fieles resultan heridos y muertos. Manuelita Sáenz, bella quiteña, que desde hace algunos años es la amante del Libertador y defensora de sus glorias, asume aquella noche un papel histórico. Con sangre fría detiene a los enemigos mientras Bolívar salta por una ventana para buscar a sus fieles y restablecer su autoridad. Algunos de sus Generales fieles al grande hombre despliegan su actividad aquella noche. Santander resulta acusado entre los que han organizado el complot.
Tomadas las medidas de seguridad, Bolívar ejerce su clemencia. En 1829, las intrigas hacen que el Perú marche contra Colombia, y la victoria de Tarqui, ganada por Sucre, restablece la situación. El Libertador se encuentra con Sucre en Guayaquil y, domina la situación, regresa a Colombia luego de sufrir grave enfermedad en Guayaquil.
En 1830 de nuevo en Bogotá, se reunió el Congreso presidido por el Mariscal Sucre. Dirigió su mensaje al Congreso y supo de las ingratitudes de Páez y sus amigos de Venezuela, como también de las de los neogranadinos. En Venezuela, los seguidores de Páez pidieron se desterrase al Libertador, no permitiéndole su regreso al país.
Páez insistía en la separación de Venezuela y Nueva Granada. Bolívar envió una Misión a Venezuela, presidida por Sucre. Páez no permitió la entrada de la Misión. El 27 de abril de 1830 renunció de nuevo el Libertador al mando, no sin saber antes que Páez no sólo trataba de separar a Venezuela de Nueva Granada, sino que pretendía llevar a cabo una expedición sobre ésta para salvarla del "tirano" Bolívar. La ambición de Páez había crecido.
El estado de salud de Bolívar se agravaba. Entregó el Poder al General Caicedo y se retiró al campo. Se le pidió que reasumiese el Poder en vista de la situación política, pero no lo aceptó después de oír a sus Ministros, sin olvidar que su energía empezaba a apagarse. Emprende su viaje hacia Cartagena con intención de pasar a Europa. Sus amigos le aclaman; sus enemigos le vituperan. En Cartagena recibe la noticia que le hiere más profundamente: el asesinato del Mariscal Sucre, su gran colaborador y amigo. Aún se le llama para que reasuma el Poder "No", es su respuesta y condena los motines cuartelarios. Sólo volvería al Poder, según dice, por la elección de los pueblos.
Viaja a Santa Marta donde los mèdicos le aconsejan irse al campo. Se instala en la Quinta de San Pedro Alejandrino, cerca de Santa Marta. El hombre que todo lo tuvo está en dificultades económicas para seguir su viaje. Los habitantes de Quito, agradecidos, le llaman para que viva en su ciudad y reciba su homenaje. El Gobierno de Bolivia quiere nombrarle su Embajador ante la Santa Sede. Al último llamamiento de sus amigos para que vuelvan al Poder, contesta: "La fuente de la legitimidad es el sufragio libre de los pueblos, no el eco de un motín ni la expresión de unos amigos". El 10 de diciembre se agrava su salud. Habla de nuevo a los pueblos en su proclama final, para predicar la unión.
El 17 de diciembre de 1830 murió, atendido por el médico francés Próspero Reverend y por sus amigos devotos, en la casa de un español, amigo generoso: Francisco Martín. Once años antes, el 17 de diciembre de 1819, había nacido Colombia en Angostura. Cuando le vió salir de Bogotá poco antes, el Coronel Patricio Campbell, representante de la Gran Bretaña, que iba en la comitiva que le despedía, dijo: "Se ha ido el Caballero de Colombia".
Fue el Hombre de América en el momento estelar de su revolución. El mejor pedestal para su gloria lo deberían formar los pueblos que libertó, pero todavía él es más grande que ellos. En el año 1842, sus restos fueron trasladados a Caracas, donde reposaron en la Catedral, en el panteón familiar, al lado de los de sus padres y su esposa. Más tarde fueron llevados al Panteón Nacional de la capital venezolana, donde su estatua, en el mármol tallado por Tenerani, preside el reposo de los héroes.
En ese mismo año 1842, la ciudad de Mérida, gobernada por Gabriel Picón, héroe de los Horcones, erigió el primer monumento a su memoria. La generosidad y la constancia, el desinterés y la energía en la adversidad, estuvieron entre sus cualidades sobresalientes. Morillo, su adversario, decía que era más temible vencido que vencedor.
Mientras otros se valen de las revoluciones para enriquecerse, Bolívar perdió su fortuna personal y sus haberes por el logro de su ideal revolucionario. Sus cartas, proclamas y discursos son la mejor lectura que se puede recomendar para conocer al grande hombre.
Han sido recopilados en diferentes ediciones, preparadas por el historiador venezolano Vicente Lecuna, gran bolivariano. En la biblioteca Bolivariana de la Academia Nacional de la Historia, de Caracas, sección de su biblioteca general, se encuentran más de 1600 obras escritas sobre Bolívar