Lo que empezó como un enfrentamiento entre españoles y criollos se convirtió en el punto de partida de la Independencia del país.
Firma del Acta de Independencia de Santa Fe de Bogotá
Para Colombia el 20 de Julio de 1810 es considerado el acontecimiento fundacional de la República de Colombia, y con ella se inicia el calendario festivo y conmemorativo de la vida republicana. Los episodios de aquella fecha han quedado representados en diversos óleos como el de Pedro A. Quijano o la acuarela de Pablo Emilio Achury, que con una casa museo que lleva su nombre son apenas un indicativo de su trascendencia para la historia política nacional.
Aquel viernes, día de mercado, la ciudad de Santafé era el escenario donde confluían campesinos procedentes de diversos sitios aledaños a la ciudad, como la Peña, Egipto, Belén, San Cristóbal, Usaquén y La Calera. Cargados con sus habituales mercados regateaban con los santafereños los precios de sus tradicionales cosechas y animales de cría. La Bogotá de entonces no tendría más de 20.000 habitantes y sus límites los marcaba por el norte con San Diego y Chapinero, al sur Las Cruces; al oriente, Egipto y al occidente, La Capuchina.
En los costados de la plaza mayor estaban dispuestas las construcciones del establecimiento político colonial: la cárcel, la casa de los alcaldes ordinarios, el cabildo, la escribanía y archivo, y la casa privada del virrey. En la esquina de la calle Real con 11 tenía su casa y negocio uno de los protagonistas de la reyerta del 20 de Julio de 1810 entre criollos y chapetones. Era José González Llorente, gaditano que llegó a Cartagena de Indias en 1779. La fortuna que hizo allí con el comercio le permitió trasladarse definitivamente a Santafé a comienzos del siglo XIX.
En la ciudad se le identificaba políticamente por sus afectos al soberano y sus ideas realistas. El día de los hechos, según lo relata Acevedo y Gómez "...fue don Luis Rubio a pedir prestado un ramillete a don José González Llorente, comensal del fiscal Frías; Llorente le negó con excusas frívolas; se le dijo que era para disponer la mesa que se le preparaba en obsequio del diputado regio don Antonio Villavicencio y respondió que se caga en Villavicencio y en todos los americanos; al momento que pronunció estas palabras le cayeron los Morales, padre e hijo; se juntó tanto pueblo, que si no se refugia en casa de Marroquín, lo matan".
Mueran los chapetones, cabildo abierto, fue la consigna del día, y José María Carbonell, el líder de los 'chisperos'. Entre tanto los criollos como Camilo Torres prepararon la batalla política, que debía culminar en la conformación de una junta de gobierno. José Acevedo y Gómez condujo la conformación de la Junta Suprema de Gobierno que sustituiría al virreinato. El papel del virrey Amar y Borbón en el contexto de los hechos del 20 de Julio fue sintetizado por el periodista e historiador Arturo Abella: "Las etapas se habían cubierto casi en horas: de cabildo extraordinario a cabildo abierto; de cabildo abierto a junta suprema; de golpe contra el virrey a nombramiento simbólico de presidente de la junta; de visita al ex virrey para que prestara juramento, a orden para que concurriera a escuchar -por fortuna era sordo- un bando que desde el balcón del cabildo se leería al pueblo; de 'traslado' de la casa a su primera detención y de ésta a la cárcel con grillos; no cabía otra acción: expulsar cortésmente a los símbolos de la tiranía española y empezar a romper las ligaduras de los criollos con los peninsulares".
Los hechos del 20 de Julio estuvieron lejos de ser un motín o insurrección espontánea, como aquellas que habían caracterizado la vida política colonial. Fue un plan previamente dispuesto por los criollos que en reuniones sucesivas en casa de Acevedo y Gómez, y luego en el Observatorio Astronómico cuyo director era Francisco José de Caldas, acordaron maquiavélicamente la manera de desencadenar los hechos.
Las tensiones políticas entre criollos y peninsulares manifestadas en los hechos del 20 de Julio no deben ocultar la más característica de las actitudes políticas criollas, como fue la profunda ambigüedad con la Corona, lo que les permitió diversos procesos de autoafirmación frente a los indígenas y las denominadas castas durante el transcurso del período colonial.
Varios son los hechos que expresaron esta actitud. Como el 11 de septiembre de 1808, cuando las calles de Santafé se engalanaron con motivo de la jura de Fernando VII, en la cual participaron peninsulares y no pocos criollos. Más tarde, cuando las tropas francesas ocuparon España y Fernando VII fue forzado a abdicar para ser sustituido por el hermano de Napoleón, José Bonaparte, se suceden en España insurrecciones y levantamientos, y en América la conformación de juntas, todas ellas profundamente leales al depuesto monarca.
Las tradiciones políticas de los criollos, si bien se expresaron de manera constante en los tres siglos de dominio colonial, van a encontrar en la coyuntura de 1808 a 1810 el período histórico de la más profunda mutación político-cultural y el momento en que los criollos rompen la identificación con el Rey.
Las juntas que se establecieron tanto en España como en América, como lo plantea el historiador François-Xavier Guerra, dieron origen al tema de la representación política, como uno de los componentes modernos de las revoluciones en el mundo hispánico. En América en general y particularmente en la Nueva Granada fue el patriciado de las ciudades el que tomó la iniciativa.
Son varios los momentos que en esta coyuntura explican el contenido político de la reyerta del 20 de Julio de 1810. La resistencia española contra la dinastía napoleónica y su resonancia en América van a tomar un nuevo curso con el establecimiento de la Junta Central Suprema el 20 de febrero de 1808 y luego a comienzos de 1810 con el Consejo de Regencia. La idea de reino o colonia, conceptos centrales en la mentalidad criolla, van a encontrar un quiebre definitivo en la representación en estos consejos.
A pesar de que los criollos fueron invitados a participar con delegados ante la Junta Central y las cortes, su representación en tales juntas fue mínima. La desproporción entre 36 peninsulares y nueve representantes de América y Filipinas hizo que los criollos finalmente entendieran que ellos no representaban reinos para integrar "las Españas" sino colonias centralizadas no en torno a la figura del rey sino alrededor del concepto de metrópoli.
Eso hizo que los criollos se plantearan por primera vez la idea de construir un Estado-Nación sobre la base de romper con la tradición hispánica, momento significativo en los procesos formativos de los Estados Nacionales, a los que el historiador Eric Hobsbawm ha llamado genéricamente "la invención de una tradición", que en nuestro caso originaron una inventiva prehispánica fundacional.
En la coyuntura de 1808 a 1810 se inaugura una nueva expresión. Los criollos dejan de describirse a sí mismos como españoles americanos para llamarse simplemente americanos. Y de los memoriales preilustrados del siglo XVII se da paso a los memoriales ilustrados que tomando el lenguaje de la revolución francesa hablarán de los conceptos de patria, ciudadanía, nación y representación, aunque con contenidos muy propios que insinúan una idea de modernidad política, aunque con alcances muy limitados con respecto a la experiencia francesa o norteamericana.
Son precisamente estas tradiciones políticas de corta, mediana y larga duración histórica las que nos permiten una mejor interpretación de los sucesos del 20 de Julio de 1810.
El marco histórico que determinó el curso de los sucesos del 20 de Julio en Santafé fue el arresto, el 10 de agosto de 1809, del presidente de la Audiencia de Quito, Conde Ruiz de Castilla y sus ministros, sustituidos por una Junta Suprema de gobierno integrada enteramente por la élite criolla quiteña. Con la consigna "pueblos de América: favoreced nuestros designios, seamos uno", la junta quiteña alertó a las autoridades coloniales santafereñas, que decidieron convocar una junta de notables integrada por autoridades civiles, eclesiásticas y algunos intelectuales criollos como Camilo Torres, para impedir que los hechos de Quito se reprodujeran en territorio de la Nueva Granada.
Esa junta no sólo no operó sino que alimentó un espíritu radicalmente anticolonial en el bando criollo. Expresiones de este nuevo clima político fueron el Memorial de Agravios de Camilo Torres, fechado el 20 de noviembre de 1809, y por supuesto los motines de Cartagena del 22 de mayo de 1810 y los del Socorro del 9 de julio del mismo año, que dieron origen a las primeras juntas de gobierno.
La reyerta del 20 de Julio de 1810 entre los patriotas y el comerciante español José González Llorente fue el episodio que sintetizó las contradicciones dentro del imperio español: Corona - reinos, criollos - peninsulares, y finalmente Metrópoli - colonias. La independencia de la Nueva Granada y sus proyectos de Estado-Nación fueron el resultado y la solución de estas tensiones.
*Historiador