COSTA DEL PACIFÍCO (Circuito Turistico)


A diferencia del Caribe, el litoral Pacífico colombiano está formado por una serie de zonas relativamente desarticuladas entre si, histórica, física y culturalmente. El turismo es todavía exploratorio, muy elemental y poco numeroso, por las dificultades de acceso y por otras razones. Una de ellas es la escasa información. Otra es la creencia de que las playas del Caribe son mejores, lo cual podría ser cierto tratándose del mismo litoral a la altura de Chile o Perú, donde la Corriente de Humboldt enfría en exceso las aguas.

En Colombia, el Pacífico es apenas dos o tres grados más frío que el Caribe, y ello es tal vez una ventaja para los muchos que opinan que este último es demasiado tibio. Las playas de Buenaventura hacia arriba gozan de fuentes abundantes de agua dulce, son más largas (algunas, tanto como siete kilómetros en línea recta) y, definitivamente, más frescas. La pesca es infinitamente más rica que en el Caribe. Y la comida, también. Pero lo cierto es que se trata de una región y un mar distintos.

En primer término, aquí todo está sujeto a la variación diaria de la marea, que puede retirar las aguas durante la parte media del día hasta ciento cincuenta metros o más de su punto de acercamiento a la playa, en aquellas zonas donde el declive es muy suave (como son la mayor parte de las playas). Ello produce un efecto visual y anímico extraño para quien no está habituado a caminar playas de doscientos o más metros de ancho, donde diariamente el mar deposita almejas, conchas, moluscos, troncos y algunas veces, la basura natural traída por los ríos que aparecen por entre la extensa selva. (En el Caribe, la diferencia de mareas es de escasos tres o cuatro metros en la playa y de centímetros donde no la hay.) Pero lo verdaderamente importante es que la marea obliga a programarse para los cambios, porque dos veces al día el mar forma una corriente que aleja al salir o que empuja al entrar, lo cual representa dificultad para la navegación y cierto peligro para los bañistas no advertidos; y, además, deja varias horas vacíos o demasiado bajos los canales, o cegados los puntos de acceso de las embarcaciones a caños y ensenadas por donde se entra a los sitios de visita. Esa es una restricción grande a los movimientos de llegada y salida por mar, y entre un lugar y otro.

Un segundo aspecto es que la región es de una altísima pluviosidad: llueve casi diariamente y con mucha fuerza. Por fortuna, las lluvias cesan pronto. Pero significan relativamente poco sol, cierta necesidad de abrigo para navegar o pasear y, en términos de organización del viaje, un factor de inestabilidad en los itinerarios de viaje, en tierra y en vuelo, porque las pistas se cierran por mal tiempo: los aviones pueden no entrar o no salir a la hora prevista. ( De allí que los vuelos suelen estar programados desde una base muy cercana -Medellín o Cali-.)

En tercer lugar, en el Pacífico no abundan los corales, ni éstos forman con la misma frecuencia barreras de arrecifes para proteger los sectores balnearios.( Hay desde luego magníficos corales en varios puntos, v.gr. en Utría y en Gorgona, pero son pocos y no tienen las dimensiones caribeñas.) La costa es, pues, más expuesta al oleaje, y éste, a su vez, aumenta según las horas y el cambio lunar. Por la misma razón la arena de las playas no tiene casi nunca el componente coralino y eso hace que luzcan mucho más oscuras. En cambio, la arena es más suave, se adhiere menos a la piel y no hiere ni fatiga los pies.

Un último y muy importante aspecto a considerar es el sanitario. El principal problema es común a todas las tierras bajas en Colombia: el paludismo o malaria, que aquí se ha recrudecido en los últimos años, para el cual existen varios preventivos no muy eficaces (dependen de la anticipación con que se ingieran); pero el riesgo disminuye con el uso sistemático de repelentes. Hay algunas variedades peligrosas de paludismo, cuyos vectores afortunadamente están focalizadas en muy pocos lugares: tómese el trabajo de averiguar en el Instituto Nacional de Salud la situación de la región adonde usted piense viajar. También se dan casos de fiebre amarilla, de fácil prevención mediante vacuna. Y, por último, existe el riesgo (en Colombia muy controlado, pero existe) de cólera, realmente circunscrito a lugares poblados donde hay mal manejo de aguas negras, que son casi todos.

Es de rigor que usted evite las comidas crudas, especialmente las ostras, mariscos y pescados crudos, a cambio de lo cual la cocina del Pacífico - la mejor y más rica cocina regional de Colombia- le ofrece cantidad de otros manjares. De todas maneras, recuerde que todas las enfermedades que acabamos de mencionar tienen tratamiento relativamente fácil y a la mano. Su mejor protección consiste en estar atento a cualquier síntoma de anormalidad durante los días o semanas que puede durar el período de incubación y acudir al médico a la primera señal.

Con las advertencias anteriores, pasemos a tratar los sectores "turísticos" principales de la costa Pacífica, descendiendo de Norte a Sur.

BAHíA SOLANO - CABO MARZO - UTRíA

Se llega más fácil desde Medellín (ACES-SATENA), en un vuelo de avión pequeño que permite apreciar el curso del Río Atrato y la Serranía del Baudó, con selva tan cerrada como el Amazonas. ( En el futuro habrá carretera desde Pereira a Nuquí, más al Sur - faltan menos de treinta kilómetros -, que entrará a ser el lugar de dispersión del turismo hacia los demás lugares.)

En este primer segmento del Pacífico se hace turismo vacacional en pequeña escala, pero la demanda con más potencial de crecimiento es de pescadores: ésta es la principal región para pesca deportiva en Colombia y una de las mejores del mundo. Sumada a la parte sur del litoral Panameño y sus islas, este es el paraíso para la captura del Marlín y del Pez Vela, las dos especies más prestigiadas entre los aficionados del mundo entero. Y, fuera de eso, la zona contiene el lugar de belleza natural más hermoso del Pacífico colombiano: le Ensenada de Utría.

El vuelo aterriza en Ciudad Mutis (Bahía Solano), en el Golfo de Cupica. Hay por lo menos dos hoteles muy aceptables, si piensa quedarse. El poblado es quieto, relativamente nuevo ( fue reconstruido luego de un devastador maremoto). No hay mucho qué hacer. La playa es pequeña y poco llamativa. El pueblo es alegre, la gente comunicativa y hospitalaria.

De Solano hacia el norte, en dirección a Cabo Marzo, se puede llegar a varios refugios para pescar. El Cabo Marzo Big Game Fishing es realmente especializado y muy profesional, con buenos botes para troleo y pesca de altura; fue concebido para deportistas extranjeros dispuestos a pagar tarifas semejantes a las de clubes de reputación internacional. Otro recomendable es el Bahía Tebada Lodge, cabañas relativamente confortables, pero con equipos de navegación más sencillos. También hay un centro vacacional de "turismo social". El desplazamiento a los refugios suele hacerse por mar ( 30 minutos a una hora). Cada establecimiento recoge sus huéspedes, previo aviso. La zona de pesca suele ser en inmediaciones de Cabo Marzo, a una dos horas y media del Golfo, ya muy cerca de la frontera con Panamá.

De Solano hacia el sur, por una carretera vecinal en regulares condiciones y en una "chiva" o taxi rural (cualquiera la informa la hora de salida), se llega en cosa de una hora a "El Valle", atravesando un tramo de montaña por entre la espesura (el tramo es corto, pero vehículo y carretera solicitan su paciencia). El Valle es una aldea de pescadores en la desembocadura del río del mismo nombre, muy pintoresco. Al lado del poblado hay un conjunto balneario sin pretensiones, con cinco o seis hotelitos playeros ordenados sobre un camino peatonal de dos o tres kilómetros de largo, entre jardines sencillos y palmeras, muy grato de recorrer. Todos ellos ofrecen cabañas, algunas demasiado estrechas o muy calientes, pero acérquese hasta El Almejal. En el pueblo encontrará también en una casa de familia todo el repertorio gastronómico de los negros del Pacífico, aderezado de borojó, marañón, árbol del pan, coco y aguacate: exquisitamente limpio y delicioso.

De El Valle es fácil desplazarse rumbo a la Ensenada de Utría ( le tenderán asedio para ofrecerle bote, nada barato; hay mucha anarquía en los precios). También es posible que usted coincida con la lancha de Inderena, al servicio del Parque. ( O puede también ir a pié, por un sendero de unos 9 Kms. entre la selva, con puentes y pasos de madera; no lo haga sin guía). Salir al mar por el río es toda una prueba de destreza del piloto, que tendrá qué confirmar al entrar a otros lugares. El paisaje de la costa es muy interesante y el recorrido de "la Ensenada", como se la llama, produce una impresión imborrable: una lengueta estrecha de mar que se adentra profundamente en el interior, rodeada de selva espesa. La topografía es montañosa. Hay corales, un magnífico manglar, unas cabañas para visitantes (cerciórese de si hay servicio ), mucha hospitalidad e información sobre lo que el Parque contiene: buceo, trochas indígenas, playas en la boca de entrada, observación de fauna y flora o visita a una comunidad nativa entre la selva, remontando un poco por las montañas.

BUENAVENTURA - MÁLAGA - JUANCHACO-LADRILLEROS - EL CHONCHO - TORTUGAS

A dos horas y media de Cali por buena carretera ( puede viajar por la Vía al Mar o por Buga), está Buenaventura, el principal puerto colombiano del Pacífico. Como en todo puerto, hay animación, actividad comercial, ventas de contrabando, algunos eventos anuales (el Festival Folclórico del Pacífico merece verse) y una vieja tradición gastronómica en frutos del mar. Hay tres buenos restaurantes y un Hotel sorpresa: El Estación. Si se aloja allí ( tenga en cuenta que las tarifas son altas y la carta del comedor se las trae, tanto en tamaño como en precios), no deje de insistir en que le den habitación en la parte antigua, recuperada de una construcción muy graciosa de los años treintas.

Pero Buenaventura - que empieza a convertirse en una llamativa ciudad con varias zonas modernas y avenidas - no es para nada un lugar turístico: dentro de la bahía hay contaminación y nunca existieron buenas playas. Hay que encaminarse, pues, al norte o al sur. El Hotel Estación tiene servicios de lancha propios a playas cercanas, con almuerzo incluido. Pero si desea hacer algo de más alcance, hay cerca de allí un muelle cooperativo de embarcaciones para turismo, donde usted podrá organizar su paseo con algún grupo e itinerario fijo, o contratar un bote para su propio plan. (Tenga precaución de verificar: dotación de salvavidas; doble motor fuera de borda, si viaja lejos; velocidad aceptable en función de la distancia; y que no haya sobrecupo.).

Si va rumbo Norte, las opciones son dos o tres lugares pequeños y solitarios a menos de una hora de viaje ( Piangua y Pianguita ), buenos para hacer pic-nic; o ir más allá hasta un balneario concurrido pero no muy invitador, La Bocana ( exceso de ruido, venta de licor en la calle, ocupación desordenada y aseo deficiente); o animarse a un trayecto más largo, para pasar fuera siquiera una noche. De estos últimos, hay varios a escoger: un hotel sobre un acantilado espectacular, antes del Paso del Tigre, para lo cual es necesario tomar contacto desde Cali y concertar un transporte especial. El Tigre es una ensenada que se cruza por el frente, donde el mar suele estar siempre agitado - a veces, muy agitado -, a escasos minutos de la Bahía de Málaga, donde está la primera Base Naval del Pacífico y hay algunos atractivos: cascadas, playas, islotes, entre un paisaje único. ( A Málaga se puede ir también por tierra, desviándose a la derecha a pocos kilómetros antes de Buenaventura (carretera destapada), pero recuerde que necesitará alquilar localmente un bote. Circular por enfrente o entrar a la Base requieren permiso de la Armada, en Cali.)

La tercera opción es llegar un poco más lejos (media hora, para un total de dos y media) hasta Juanchaco-Ladrilleros. Esta es la zona de playa más conocida, con una clientela regional muy arraigada entre sectores medios y bajos. La ausencia total de planeación impidió que el desarrollo se condujera ordenadamente, razón por la cual el poblado y la zona están apenas ahora resolviendo problemas de vías, acueducto y alcantarillado. Cerca a la población de Juanchaco está el muelle y en un primer sector, cafetines y hospedajes baratos. Atrás del poblado hay una elevación con una pista abandonada, eje de una pequeña pero larga meseta desde donde fluyen pequeñas chorreras al mar, parcialmente contaminadas por las casas y varios conjuntos de hotelitos de la parte alta, dos de los cuales dejan adivinar un ambiente agradable.

También hay un camino peatonal por el borde del risco, por entre brechas que el mar ha abierto contra el acantilado, provocando rompeolas y cavernas de gran sonoridad, donde la ola se deshace en explosión de surtidores. Luego el acantilado se regulariza y en su parte baja viene a formarse una playa larga, paralela a la pista que va por encima. Este es el sector denominado Ladrilleros. El sitio es amable, el equipamiento muy pobre.

Adelante de Ladrilleros hay un enorme espacio de playa virgen (Playalarga). Y luego aparece un brazo del delta del Río San Juan, frente al cual, del lado norte, se forma la playa de Choncho, una larguísima y hermosa playa natural, sin casi servicios, hacia donde apunta el desarrollo turístico futuro.

Al Sur de Buenaventura hay otros bellos sitios intocados, con playas más angostas, pero más claras y mejor protegidas. Con todo, a medida que se desciende la plaga del jején y del mosquito es más abundante por la presencia constante de esteros. El agua dulce es más escasa, porque los esteros son salobres.

Bajando de Punta Soldado está el sector de Tortugas y en él, la Boca del Río Raposo, donde se anuncian varios proyectos. De ahí hacia abajo hay otro par de playas (y un estero muy pintoresco del Río Mallorquín), hasta Boca Cajambre.


 

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