CALI, COLOMBIA
Información general de la ciudad
Siendo de las más viejas, se la siente como la ciudad colombiana más joven de espíritu, gracias a la alegría de sus gentes y a una velocidad de crecimiento que transformó el villorrio con menos de cien mil habitantes de hace cincuenta años, en el tercer polo de desarrollo del país. Ese espectacular cambio es simétrico al que sufrió el Valle del Cauca, del cual Cali es capital. Mientras el Norte del Departamento iba siendo colonizado a comienzos de siglo por la caficultura, y empezaba a aproximarse al área de influencia antioqueña, las tierras planas del valle geográfico - al Este, al Norte y al Sur de Cali - seguían siendo en su mayor parte un territorio insalubre, cubierto de selva y de pantanos. Grandes haciendas de arquitectura señorial - que aún se conservan -, controlaban enormes extensiones abiertas a medias por esclavos entre los siglos XVI y XVII.
El producto principal fue, desde siempre, la caña de azúcar (introducida hacia l.550 ), que se cultivaba cerca a los piedemontes y en las riveras protegidas. Cada hacienda tenía su trapiche y algunas desarrollaron tecnología para producir panes de azúcar, un producto escaso por el cual los consumidores de Europa pagaban altísimos precios. Detrás de la panela y el azúcar abundaba el aguardiente. ( Y detrás de los tres, se incubaba el espíritu fiestero.) Empero, los mejores suelos permanecían cubiertos de charcas y bosques, o servían principalmente como extensos potreros para cría, ceba y engorde de ganado. Durante las lluvias, las partes bajas del valle acababan inundándose por los desbordamientos del río, desplazando las vacas hacia las laderas vecinas, con lo cual se inducía un efecto devastador de deforestación y erosión. Este ciclo perpetuó largo tiempo el uso aletargado e ineficiente de unas tierras que eran potencialmente las más fértiles y más fáciles de mecanizar en toda Colombia.
En tanto que las vertientes perdían también su vocación forestal o de cultivo, a la espera del numeroso hato en los inviernos. El círculo vicioso empezó a corregirse apenas en los años cincuentas de este siglo, cuando Gobierno y hacendados acometieron una profunda transformación de la zona mediante control hidrológico de la cuenca, saneamiento, construcción de carreteras, electrificación y otros servicios. Menos de veinte años después, el Valle era ya pionero en productividad y tecnología agroindustrial.
Por el tiempo en que se iban extendiendo las obras de contención, desecación, drenaje, sustitución de la ganadería por agricultura tecnificada, las regiones del Norte del Departamento y sus más cercanos vecinos - Quindio y Tolima- (al igual que otras zonas más lejanas), se vieron envueltos con máximo rigor en "la Violencia", que asoló los campos hasta mediados de los sesentas. Cali y el centro del Valle fueron receptores del éxodo campesino que llegó por millares, proveyendo una oferta de mano de obra muy oportuna para la expansión, pero generando inmensos problemas sociales y urbanos.
Ese, que sin duda fue el proceso de urbanización más explosivo vivido por ciudad alguna de Colombia en el presente siglo, fue morigerándose con una nueva dinámica industrial, a la que se asociaron desde el inicio varias firmas transnacionales. Cali tuvo qué asumir un crecimiento acelerado de los servicios y sacrificó gran parte de sus ricas tierras ejidales para dar cabida a los nuevos habitantes. Los caleños adoptaron un clima de hospitalidad apoyado en políticas de empleo, fortalecimiento de la Universidad, recreación, fomento del deporte y promoción de microempresas, todo lo cual se tiene hoy en Colombia como modelo para otras ciudades. Poco a poco se reordenó la vida urbana y se ha ido construyendo un emporio empresarial moderno, que empieza a proyectarse hacia las perspectivas comerciales de la cuenca del Pacífico.
En el campo, los cultivos de algodón, sorgo, soya, maíz, girasol, uvas, diversas especies frutales y, por supuesto, los Ingenios, con sus extensas siembras de caña, alcanzan los mejores rendimientos por hectárea y cuentan con lo más moderno en genética, control biológico de plagas, riego, etcétera; pero además, son el inmejorable paisaje que rodea la ciudad en las zonas planas. Completan el decorado una galería de cerros familiares a los caleños, a la espalda de la ciudad, y, más atrás, los picos imponentes de los Farallones.
La historia antigua de la región deriva del siglo XV, cuando parecen haber existido muchos grupos indígenas en el Valle del Lilí, a lo largo del río y hacia el norte, en su mayoría caribes. Muy aguerridos, lucharon bravamente contra el conquistador hasta sufrir casi total aniquilamiento: Calacotos, Liles, Jamundíes, Pances, Yotocos, Atuncelas, Aguales, Timbas, Gorrones, obedecían a caciques autócratas - Petecuy entre ellos -. Sobre la parte media de la vertiente occidental estaban los Calimas, consumados orfebres, de los cuales queda un amplio testimonio en dos Museos: el Museo Calima del Banco de la República, en Cali; y el Museo de Darién, un pueblecito a orillas del embalse que también lleva el nombre de la cultura aborigen.
La fundación de Santiago de Cali tiene lugar por uno de los lugartenientes de Sebastián de Belalcázar. Este último había venido desde el Cuzco enviado por Pizarro, en misión de controlar los sublevados del territorio actual de Quito, en respuesta a la traición y muerte de Atahualpa, a manos del propio Pizarro. Develada la revuelta, Belalcázar destacó a sus segundos Ampudia y Añasco para proseguir al norte y luego se les unió, dejando a su paso a Popayán como primera fundación del sur colombiano y a Cali como un fuerte o puesto militar ( elevado a rango de ciudad en l.559, bajo Felipe II).
Durante el Virreinato, Santiago de Cali gravita unas veces como apéndice de Popayán y otras de Buga, la ciudad de mayor desarrollo en el Valle mismo. Su importancia comercial dependía de la que tuviera en cada época el movimiento marítimo por la vía de Buenaventura, con la cual guardó siempre una estrecha relación. La población llevaba una vida aldeana, pastoril, bajo el patronato de terratenientes benévolos y sin ningún hecho sobresaliente, hasta cuando, en vísperas de la Independencia, jugó un papel determinante en la postura que adoptaron por consenso las "Ciudades Confederadas" (Cali, Caloto, Buga, Cartago, Anserma y Toro). Esa postura favorable a la independencia total acabó costándole a la región el sacrificio de algunos de sus mejores hombres, como José María Cabal y Joaquín de Caicedo y Cuero, durante el Régimen del Terror.
Si durante la Colonia los puertos del Caribe fueron la única ventana al mundo, en la República la fuerza de gravedad empezó poco a poco a virar al Pacífico y se consolida en la primera mitad de este siglo, cuando la economía cafetera opta por Buenaventura como su principal puerto de exportación. Ello devino de integrar la red ferroviaria entre el Ferrocarril del Pacífico y el Ferrocarril de Antioquia, que habían sido empresas regionales independientes desde los Estados Federales del siglo pasado. Allí terminó definitivamente la insularidad de Cali.
Cali se distingue en Colombia como capital de la "rumba", la fiesta callejera, la salsa. El caleño desarrolló una cultura lúdica singular, tal vez por la facilidad de vida que prodigaban unas tierras ubérrimas y por las ventajas de una vida campestre muy pintoresca, muy invitadora a las formas naturales de recreación y al cultivo edonista del cuerpo. Aún hoy los caleños rinden culto a sus ríos: cada domingo se trasladan en masa a disfrutar del baño en las corrientes frías que bajan de los cerros, en particular en el río Pance ( río arriba se llega al campamento de la Fundación Farallones, donde hay albergue y guianza para conocer el Parque ). Por las noches, el dios del culto es el baile. En "Juanchito", los humildes tablados que servían de escenario a los danzarines de la zona mulata de la ciudad, han pasado a ser "danzódromos" muy concurridos por todo Cali y por los turistas, donde se baila hasta el amanecer. La rumba tiene su clímax durante la Feria de la Caña a comienzos de año, coincidente con la Temporada de Toros, sin duda el evento principal de la ciudad.
Qué visitar ?
Santiago de Cali tiene un pequeño centro histórico de valor, en el cual hay un monumento de forzosa visita: La Merced, iglesia y claustro de las Clarisas y elemento matriz de la ciudad en el siglo XVII; cuenta con un pequeño Museo Arqueológico y de arte colonial. La Iglesia de San Francisco (siglo XVIII) es otra joya colonial, ya completamente envuelta entre la ciudad contemporánea ( frente a la Gobernación), con la torre mudéjar más interesante del género en Colombia. Fuera del centro, pero muy cerca, está la ermita de San Antonio, en una colina con excelente vista hacia la ciudad; alrededor de la ermita se ha venido recuperando un barrio de tradición artesanal, con un ambiente muy grato; en las inmediaciones del parque hay algunos restaurantes con música tradicional y moderna, en vivo, muy alegres y de buena calidad, excelentes para pasar una noche de víspera de fiesta. Finalmente, están los sitios para bailar salsa, en numerosos establecimientos de la ciudad y en el ya mencionado Juanchito ( por la vía de salida hacia Palmira).
La vida cultural de la ciudad depende de pocos escenarios, cuya programación es fácil averiguar localmente: el Teatro Municipal, joya arquitectónica del siglo pasado, muy apreciada por los caleños, sede de recitales y conciertos; y "La Tertulia" (sobre la Avenida Colombia, arriba del Hotel Intercontinental), una organización de carácter privado que tomó para sí la responsabilidad de animar el mundo cultural y el movimiento de artes plásticas. Hay allí galería y Museo, y se suceden continuamente eventos interesantes. Finalmente, está la sede del TEC (Teatro Experimental de Cali), grupo que lideró el movimiento teatral colombiano en los años sesentas.
Alrededores de interés:
En cercanías de Cali hay varias visitas fáciles de hacer, de las cuales no va a arrepentirse:
* En primer término, una hacienda colonial - la más cercana de las muchas que ameritan verse: "Cañasgordas" ( a 20 minutos, vía a Jamundí), ligada a una novela famosa ("El Alférez Real", de Eustaquio Palacios). Posee el entorno y la bella casona que evoca los tiempos de las plantaciones y la esclavitud.
* Saliendo hacia el Norte, por la carretera central, hay muchas cosas dignas de verse. En primer lugar ( a unos 40 minutos de Cali), en jurisdicción de El Cerrito, la Hacienda El Paraíso, escenario de otra famosísima novela romántica del siglo diecinueve -"María", de Jorge Isaacs-, con un montaje museográfico sobre el autor y sobre la vida rural del siglo pasado. Hay un par de hotelitos en las vecindades. Muy cerca se encuentra la antigua hacienda de Piedechinche que alberga el Museo de la Caña de Azúcar, propiedad del Ingenio Providencia. Verdaderamente notables la belleza de la arquitectura, los jardines, las piezas mismas (herramientas, trapiches de diversas zonas colombianas y de otros países azucareros, sistemas hidráulicos y otras curiosidades), sobre la explotación de la caña y la fabricación del azúcar, desde el Siglo XVI hasta hoy. Un poco más al norte, pero aún muy cerca, en vecindad de Ginebra, se encuentra una cuarta hacienda abierta al público: Belén, con un grato restaurante de cocina tradicional y música folclórica. (Ginebra celebra anualmente el mejor festival de música andina de Colombia).
*Buga
una ciudad museo (a 75 Kms. por buena carretera, un par de buenos hoteles y varios hostales), con una estructura urbana de los siglos XVII y XVIII muy bien conservada y algunos monumentos notables (la Catedral antigua, el templo de San Francisco, el Palacio Nacional). La devoción por el Cristo Milagroso lleva cada año varios cientos de miles de peregrinos del país, Venezuela y Centroamérica, que se congregan en un Santuario donde se le rinde culto. ( De paso para Buga, en cercanías de Palmira, es interesante visitar el CIAT -Centro de Investigación de Agricultura Tropical-, con lo más avanzado en técnicas agrícolas.)
* Combinado o no con el paseo a Buga, está el Lago Calima (a media hora de ésta, en dirección a Buenaventura; también se puede ir por la Ruta Panorama, vía Yotoco), un embalse a 1.480 metros s.n.m., con magnífico paisaje, abierto a toda suerte de deportes acuáticos. Cuenta con varios clubes y un par de albergues. En Darién, población riberana del lago, hay un Museo de interés sobre la cultura Calima y un buen restaurante campestre para comer.
* Finalmente, para los amantes de la naturaleza está el Parque Natural Farallones, 150.000 hectáreas de bosques y fuentes de agua entre los 200 y los 4.100 metros: magníficos paisajes, variedad de animales (marsupiales, monos, osos hormigueros, osos de anteojos, pericos, águilas, gallitos de roca y otras sesenta especies de aves). Hay camping y centro de visitantes en El Topacio y Quebrada Honda (entradas por la carretera a Jamundí). Y arriba de Pance, como quedó dicho atrás.
Ya a cierta distancia de Cali hay dos sitios especiales de visita, que ameritan estancias de más de un día: Buenaventura y Popayán, de los cuales se trata en otros capítulos de la Guía.