REGIÓN CAFETERA (Circuito Turistico)


Bien vistas las cosas, la región cafetera ha sido el corazón económico del país a lo largo de este siglo, en tanto queda en el puro centro de la geografía productiva nacional y ha sido por seis décadas el gran proveedor de divisas para el desarrollo. Aunque la caficultura está muy extendida en Colombia, empezando por Antioquia (principal productor), Valle, Cundinamarca y otras zonas ( incluso la Sierra Nevada de Santa Marta), el café es la razón "de marca" de tres Departamentos en particular: CaldasRisaralda y el Quindio. La razón es que en los demás citados, el café es uno entre varios renglones de actividad. Aquí, en cambio, es una verdadera cultura, tanto de la tierra como de la gente. Prácticamente todo gira alrededor del café.

El Viejo Caldas, como se les llama en homenaje a la unidad que tuvieron hasta su desmembración los tres Departamentos hace unas pocas décadas, es una región con un carácter muy homogéneo en sus perfiles socio-ambientales y económicos. Prolongación de la cultura "paisa", es aún muy joven, porque con excepción de las escasas fundaciones coloniales (Anserma, por ejemplo), o las que se adelantaron por convocación del Estado del Cauca a partir de Buga y Cartago a comienzos del siglo pasado, casi todo el territorio ocupado ahora obedece a dos períodos intensos de fundaciones antioqueñas entre la mitad y el final del Siglo XIX.

El espíritu colonizador de aquel entonces tuvo multitud de causas. Una primera de intención política: la necesidad de enlazar de alguna manera a Santa Fe de Antioquia con Popayán, que fueron por algún tiempo los extremos de una sola provincia del Cauca. Pero más decisivas, otras de orden social: la falta de tierras de los campesinos del oriente antioqueño (Rionegro, Marinilla y principalmente Sonsón, que padeció una aguda pobreza desde los primeros años de la República); el agotamiento de las minas de oro y su sustituto, la fiebre de la guaquería, suscitada por la extensa difusión que se dio al hallazgo de tesoros legendarios, como los de Maraveles, Pipintá y Calarcá, y por otros no divulgados, pero presentidos; la necesidad de escapar a los reclutamientos de las guerras finiseculares; la expulsión consentida de los varones adultos por familias demasiado prolíficas, incapaces de dar sustento a tantos hijos; y, en fin, el descubrimiento del café como un producto ideal para la colonización de vertiente, para afirmar y dar trabajo al tipo de familia paisa tradicional, y para mantener abierto un mercado externo y unas relaciones comerciales que se habían conquistado con la exportación del oro, a punto de perderse por la reducción drástica en la producción minera.

El testimonio presente más representativo de la época está en la arquitectura doméstica (los colonizadores dejaron en plano secundario las construcciones institucionales y los edificios de Gobierno: la suya era una gesta privada, les importaban primordialmente sus casas, y por concesión, las iglesias. Esas casas, con algunas particularidades constantes como la sucesión de zaguanes, los portones, contraportones, patios, canceles de comedor, celosías protectoras de los corredores que dan circulación a las alcobas, crecieron con el tiempo a dos pisos, guardando arriba las familias y abajo los negocios, como en la tradición hispánica. Con excepción de las maderas, laboriosamente escogidas y tratadas, se apeló siempre a materiales simples: bahareque, guadua, adobe, teja de barro. ( En épocas recientes se ha hecho una reivindicación de la guadua como elemento constructivo, ya no solo de arquitectura popular sino de verdaderas obras de arte.) El conjunto resultante es armónico y muy funcional, de gran adaptabilidad tanto a suelos planos como inclinados.

La ola colonizadora empezó por Aguadas y continuó hasta Caicedonia y Sevilla (en el Valle del Cauca), pasando por Salamina (una especie de ciudad-madre de la cultura caldense, con la arquitectura mejor lograda de la región, entre la cual descuellan obras de tallado de madera del maestro-artesano Tangarife ), Aranzazu, Neira, Manizales, Pereira, Salento, Calarcá y Armenia.


 

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