WHATSAPP, JAN KOUM Y BRIAN ACTON, LA VERDADERA HISTORIA
Por Federico Duran Soto
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Del PC al Smartphone / Serie / Capitulo 9
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WhatsApp fue creada en 2009 por Jan Koum, nacido en plena Guerra Fría, el 24 de febrero de 1976. En su infancia, el clima político de Ucrania lo delineaban las restricciones, la pobreza y la zozobra y el estado mancillaba a diario la individualidad y vulneraba la privacidad de su ciudadanía. Creció en Kiev en una vivienda precaria sin agua caliente, ni energía eléctrica. Su madre era ama de casa y su padre un administrador de construcciones.
Para 1992, cuando Jan cumplía 16 años, el antisemitismo recrudecía en Ucrania. Tomarían entonces junto con su madre y su abuela la decisión de irse del país. Emigraron a Estados Unidos llegando a Mountain View, California, sin un centavo. La familia tuvo que acogerse a un programa de protección social, gracias al cual consiguieron un modesto alojamiento con asistencia del gobierno que mantenían con los trabajos que ocasionalmente encontraban. Jan realizaba la limpieza como intendente de un supermercado y su madre se desempeñaba como niñera. La situación era tan precaria que, para poder alimentarse adecuadamente, la familia tenía que acudir a un comedor comunitario con unos populares tiquetes conocidos como “food stamps”. Mientras tanto su padre se quedó en Ucrania manejando una constructora del Gobierno.
Por cumplir sus 18 años, Jan comenzó a aprender tecnología e informática de forma autodidacta con unos manuales de segunda mano que adquiría por unos pocos dólares, mientras a la par continuaba su formación escolar y su trabajo. Sintió interés por los computadores y a los 19 compró su primer PC para unirse a algunos grupos de 'hackers' en la plataforma de IRC.
Una vez graduado de la escuela secundaria de Misión Viejo, California, entró como estudiante de Matemáticas y Ciencias de la Computación en la Universidad Estatal de San José, pero abandonaría sus estudios. No obstante, debido a sus habilidades sería contratado por Ernst & Young como ‘probador’ de seguridad. Jan inspeccionaba el sistema de publicidad de Yahoo dónde conocería a Brian Acton, un prolífico ingeniero con experiencia profesional en Rockwell International, Apple, Adobe y Yahoo.
En 1998, Jan entra a trabajar a Yahoo como ingeniero de Operaciones y Seguridad donde estaría a lo largo de ocho años. Suficiente tiempo para estrechar una buena amistad con Brian Acton. Jan llegaría a ocupar la gerencia de Operaciones de Infraestructura y Acton subiría aún más en la compañía convirtiéndose en vicepresidente de ingeniería. En Yahoo, según el mismo Jan, el trabajo no era nada placentero. Brian, por su parte, tampoco estaba muy satisfecho con su situación. Se estaba recuperando de una quiebra causada por malas inversiones hechas durante la “burbuja” de la puntocom. Finalmente, para el 2006, ambos renunciaron definitivamente a Yahoo!, y, como querían despejar su mente y sus ideas, decidieron recorrer Latinoamérica mientras se les ocurría el siguiente paso en sus carreras.
Para entonces, Steve Jobs comenzaba a cambiar el panorama tecnológico con el iPhone, puesto que, en esos años, la mensajería instantánea dominante para móviles recaía en BlackBerry y su popular BlackBerry Messenger que solo permitía establecer contacto con otros usuarios de dispositivos BlackBerry. No muy lejos estaban Microsoft Messenger, Google Talk y Skype.
Como lo comentamos en nuestro anterior video de la historia de Google, el primer Android que salió al mercado fue en 2008. Para esos días, las aplicaciones Android disponibles eran muy escasas y se servía entonces la oportunidad perfecta para emprendedores con ideas y metas claras. Un nuevo sistema operativo para teléfonos inteligentes emergía y las apps de Iphone también crecían.
Al culminar el viaje, tanto Brian como Jan intentaron ingresar a una joven empresa llamada Facebook, pero fueron rechazados y no consiguieron el empleo. Por esos mismos días, Jan adquirió un iPhone, y se le ocurrió la idea de crear una aplicación móvil, pues con certeza, el naciente mercado de las apps se veía venir más que prometedor. Jan intuyó desde entonces el enorme potencial de los dispositivos móviles inteligentes y del mercado de aplicaciones. Trató entonces de convencer a Brian, quien finalmente accedió a colaborar en el desarrollo del proyecto, aunque con ciertas dudas.
Así que, para su cumpleaños número 33, el 24 de febrero de 2009, tomó la decisión de fundar WhatsApp para Iphone, un acrónimo de «What’s Up»(¿Qué pasa?, en inglés) y App.
Una de las claves para que el servicio de mensajería fuese tan exitoso se le debería a Jan, que tuvo la fantástica idea de que los usuarios pudieran ver si la otra persona estaba o no conectada, las actualizaciones de estado y el popular doble check. Tenía claro que, si se proveía de transparencia al servicio, los usuarios vendrían en cantidades masivas.
Tras varios meses de trabajo, Jan y Brian desarrollaron distintos prototipos de la aplicación. Para cuando estuvo lista, la subieron a la tienda de aplicaciones de iOS, pero los resultados fueron muy desalentadores.
Pese a sus esfuerzos, la app presentaba múltiples errores y las descargas estaban estancadas, razón por la cual Brian se desalentaba con frecuencia. Jan intercedía para hacerle notar que sólo necesitaban mantener su entusiasmo y seguir insistiendo para que el proyecto despegara.
Un día, a Jan se le ocurrió implementar un chat de mensajería instantánea que funcionara con acceso a internet y que no tuviera las limitaciones de los hasta entonces populares SMS. Programaron la nueva funcionalidad y lanzaron la versión de WhatsApp 2.0 en agosto del 2009.
Jan comenzó a recomendar la aplicación con otros inmigrantes conocidos para que se contactaran con sus familiares en el exterior. La estrategia fue un éxito, permitiéndoles atraer masivamente nuevos usuarios en unas pocas semanas.
Con estos resultados, Brian logró convencer a cinco de sus amigos de Yahoo! de invertir $50 mil dólares cada uno para reunir un capital total de $250 mil dólares, con esto financiarían el mantenimiento y desarrollo de nuevas características para la aplicación.
De esta forma y con la rápida implementación de dichas actualizaciones, la aplicación alcanzó los 250.000 usuarios. El monumental avance experimentado en un periodo de tiempo tan corto hizo que los creadores se vieran obligados a cobrar por el servicio con el único fin de frenar la expansión. De otra forma, toda la logística implementada hasta la fecha no resistiría y el servicio colapsaría.
Tras funcionar en iPhone por un año, WhatsApp llega a los móviles Android en 2010 para descargarse del Google Play Store. Para dicho momento, WhatsApp contaba ya con el reconocimiento de ser una de las mejores apps de iOS.
Para el año 2010, ya contaban con 20 millones de usuarios activos. Y para el año 2011, se aproximaban a la cifra de 100 millones de usuarios.
Convencidos de las potencialidades de la aplicación, se vieron obligados a buscar financiación. De esta forma, entró en escena Sequoia Capital, con 10 millones de dólares, cantidad empleada en aumentar la capacidad de los servidores manteniendo así la calidad del servicio. De tal forma, la compañía aceleró sus planes de expansión y comenzó a consolidarse a nivel global como una de las apps de mensajería más utilizadas.
La absoluta sencillez y simplicidad fue una de las claves del éxito de WhatsApp. Jan y Brian enfocaron sus esfuerzos en mantener una funcionalidad simple, pero efectiva; sin ningún tipo de publicidad invasiva o características distractoras como juegos, asegurando así una excelente experiencia a los usuarios. Además, era multiplataforma, la lista de contactos del teléfono pasaba a ser la lista de amigos de Whatsapp y no era necesario ingresar contraseñas para acceder al servicio. Todo funcionaba con un número de teléfono e Internet. Este enfoque le permitió posicionarse por encima de aplicaciones de comunicación como Skype y BlackBerry Messenger.
Para 2013, Whatsapp alcanza 400 millones de descargas con un promedio de 4.000 descargas al día, lo que ciertamente comenzó a inquietar a las redes sociales, ante el temor de perder usuarios.
Por lo tanto, Facebook entraba en escena. Las intenciones de Zuckerberg siempre fueron claras: quería que la aplicación formara parte de su portafolio de servicios, al que, en abril de ese mismo año, se había incorporado Instagram. Transcurrirían 22 meses de reuniones, almuerzos y citas dónde el CEO de Facebook intentó convencer a los fundadores de Whatsapp de la venta, los cuales durante todo el tiempo establecieron sus condiciones; entre ellas, la más importante de todas: que la aplicación siguiera teniendo sus rigurosas medidas de seguridad informática, pues Jan tenía como filosofía defender la libertad de expresión y la privacidad de las conversaciones dentro de la app, nociones que, consideraba, en su tierra patria no eran muy valoradas.
Así las cosas, Facebook concreta la compra el 19 de febrero de 2014 por 19.000 millones de dólares divididos en 12.000 millones en acciones y 7.000 millones en efectivo, convirtiéndose así en una de las adquisiciones de una empresa de base tecnológica más altas de la historia. Brian Acton y Jan Koum seguirían siendo parte de la empresa, siendo este último el director ejecutivo, con un lugar en la mesa directiva de Facebook.
Luego de firmar el trato, hubo unos rápidos cambios técnicos en Whatsapp. El doble check azul se implementó suscitando algunas quejas por parte de la comunidad pues ya no era una opción para el usuario, sino un cambio obligatorio para acatar. Pero con rapidez se añadieron nuevas opciones de configuración para controlar la privacidad, marcar quién puede ver el estado del perfil y desactivar el doble check azul, etc.
Pero uno de los grandes cambios se dio cuando se replanteó la manera en la que WhatsApp generaría ingresos para el grupo empresarial, ya que hasta el momento el sistema de monetización de la empresa no había sido su fuerte. Inicialmente establecieron un modelo de cobro por el uso de la aplicación. El costo no era para nada elevado, el uso de la aplicación móvil tenía un valor de 1 dólar, dependiendo de los recursos del usuario, razón por la cual para algunos era completamente gratuita, para otros costaba $1 dólar anual y para otros el mismo dólar al mes. Sin embargo, eventualmente replantearon este modelo porque para todo el mundo no era lo suficientemente fácil o accesible pagar este dinero vía internet a través de tarjetas de crédito.
En enero del 2016, Koum anuncia que la aplicación no cobraría más la cuota anual de $1 dólar y esta pasaría a ser completamente gratis para todo el mundo. ¿De qué manera generaría ahora ingresos WhatsApp? Lo haría a través de una intermediación entre los particulares y las empresas a través de su reciente extensión WhatsApp Business, al ofrecer su plataforma como vía de comunicación ágil, para solicitudes y reclamos de los clientes de distintas corporaciones. Con este método no serían los usuarios los que se encargarían de pagar por el servicio, sino las empresas al solicitar el nuevo servicio a la plataforma.
Pero justo cuando la aplicación se encontraba en su mejor momento, se desató uno de los mayores escándalos de violación a la privacidad de la historia. Graves denuncias a Facebook y WhatsApp por la venta de datos personales de los usuarios a entidades interesadas en el material para desarrollar métodos publicitarios y de persuasión. La acusación más grave de esta índole fue el escándalo suscitado por el grupo empresarial Cambridge Analytica, en el año 2016.
Esta entidad manejaba el desarrollo publicitario de la campaña de Donald Trump. Una investigación en 2018 comprobó que “Cambridge Analytica” manejaba la información de 50 millones de personas sin autorización. Información proveniente de Facebook, Instagram y WhatsApp.
Esto llevó a Zuckerberg a presentarse ante el Senado de los Estados Unidos, manifestando que la violación a los términos establecidos fue realizada por el profesor en Psicología Aleksandr Kogan, quien tenía acceso a esa vasta información por unos test de personalidad en los que preguntaba a los usuarios si podía acceder al contenido de sus móviles, perfiles y a la información de sus amigos. Las personas, que poca importancia daban a estos controles de seguridad, aceptaban sin entender muy bien el asunto, y de esta manera el profesor obtuvo esos datos para sus estudios privados.
El delito se llevó a cabo en el momento que Kogan cede, sin ninguna autorización, los datos a Cambridge Analytica, empresa que se dedica al “microtargeting conductual” y al “apoyo a campañas políticas”, para usar dicha información en métodos de propaganda efectivos para influir en los ciudadanos, al conocer sus aficiones, intereses, deseos y búsquedas.
De esta manera, el emprendedor ucraniano Jan Koum, decide renunciar un mes después del escándalo. Según el Washington Post y otros medios, su renuncia está vinculada a las acusaciones hechas contra su aplicación y a las decisiones de la junta de Facebook de debilitar el encriptamiento de los mensajes, para facilitar la sincronización entre todas las redes sociales y sus fines comerciales. Al diferir notablemente de la visión que tiene Zuckerberg de la “privacidad”, abandona la compañía sin dar mayores declaraciones al respecto.
Por otra parte, Brian Acton renunció a Facebook, en septiembre del 2017, para iniciar una fundación llamada ”Signal”, dedicada a ayudar a las personas a tener acceso a comunicaciones privadas y en la que invirtió $50 millones de dólares de su fortuna. Al momento de su retiro, Brian no mantuvo la misma simpatía que Jan al manifestarse públicamente sobre el proceder del grupo de Zuckerberg. Para él, la responsabilidad de la compañía era muchísimo mayor de lo que sus directivos pretendieron, razón que lo llevó no sólo a abandonar su privilegiado lugar en la empresa, sino a promover una campaña en contra de Facebook, conocida en Twitter cómo #DeleteFacebook, la cual invitaba a los millones de usuarios de la aplicación a borrar sus perfiles para que se dejara de traficar con sus datos.
Actualmente, WhatsApp cuenta con más de 2 mil millones de usuarios que envían cerca de 100 mil millones de mensajes diariamente, consolidándose así, como la app de comunicación más usada del mundo. Su influencia en la sociedad moderna es muy trascendente, pues sepultó a los tradicionales SMS’s y revolucionó por completo la forma en que nos comunicamos. Además, ya no es solamente una aplicación de mensajería instantánea, ahora permite crear grupos y listas de difusión, ofrece la posibilidad de hacer llamadas, video-llamadas y reuniones virtuales, enviar archivos, fotos, videos, notas de voz, gifs, emoticones o stickers y hasta la ubicación actual del remitente. También, cuenta con una versión para negocios en la que se pueden crear catálogos virtuales y mensajes automatizados para interactuar con clientes.
Jan, por su parte, tiene 44 años y cuenta con una fortuna personal de más de $10 mil millones de dólares, posicionándose como una de las mil personas más ricas del mundo según la revista Forbes.
Así concluimos la historia de Jan Koum, un emprendedor visionario que, gracias a su esfuerzo y determinación, logró superar toda clase de adversidades para crear una de las aplicaciones móviles más revolucionarias y utilizadas del mundo. En sus propias palabras:
“Tengo muchos remordimientos y cosas que desearía poder volver atrás y cambiar; pero también he trabajado mucho y tratado de mejorar siempre. Cualquiera puede crear una empresa y venderla al día siguiente. Eso no te hace especial, no te hace único, no te hace tan genial.”