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federicoEN MOTO POR EL CARIBE COLOMBIANO
Bogotá, Enero de 2016

Por Federico Durán Soto

"La muy noble, muy leal y valerosa" se ha portado estupendamente tras 17 horas de viaje y 1.000.000 de metros recién recorridos desde la fría y desolada capital bogotana hasta el sol abrasador de las playas samarias en este comienzo de año 2016. Con esto completo 81.765 kms por las vías de este hermoso país.

Hoy me encuentro en la calurosa e inclemente Ruta del Sol hacia nuestra bien amada costa caribe, y a esta briosa yegua nada le duele; entre más calienta el sol, más asfalto quiere devorar. Es hora de consentirla, darle su masajito para que siga portándose bien, la melaza y concentrado para sus caballitos de fuerza y sobretodo y por fin... el baño con champucito para la fina coquetería de la bestia.

Si las plantas son agradecidas con los jardineros que las consienten, ni que decir de lo que pasa con las motos. Los niños en los pueblitos se acercan a tocarla, contemplar su tamaño y hacer preguntas divertidas. Los que tanquean en las gasolineras me advierten de cuantas rebeldes han pasado en las ultimas tres horas. Los que van en motos veredales piden que se las cambie para que les rinda más en su tarea. Es como sacar a pasear un perro gigante y juguetón que te va consiguiendo amigos a cada metro.

El olor de la vegetación varía y se saborea en cada piso térmico. Los paisajes te hablan y murmuran y te dejan sin aliento. La sudoración salvaje y desesperante "debido a una chaqueta de seguridad no apta para los calores infernales del magdalena medio" se ve gratificada en rectas interminables de viento a favor y placer inconmensurable. La llanura y kilómetros de sembrados de palma africana que desaparecen dando paso a la majestuosidad de la sierra nevada te invaden los pulmones de sabor a naturaleza viva.

Los ronquidos del motor al bajar al nivel del mar piden aceleración a rajatabla y los Bmw, Mercedes y Audis se desvanecen en el retrovisor. En una de esas volteé a mirar... y por 5ta vez pelé la visita a Aracataca. Otra vez iba a 90 kms por hora como para desviarme. El afán de que nos alcance la noche me ha privado de este placer una y otra vez. Parece ser que ya nunca conoceré la aldea de 10 casas de barro y cañabrava de nuestro premio Nobel. Pero al fin y al cabo no importa, porque Macondo se va revelando de pueblo en pueblo y de tienda en tienda. Muchos Aurelianos, Jose Arcadios y Melquiades te saludan y te van contando sus historias de espantos, cuenteros y gitanos tan comunes y cotidianos en suelo caribeño.

Honestamente debo resaltar que reencontrarse con la inmensidad del océano atlántico cuando se llega en avión es agradable; pero llegar a él tras tantas horas de esfuerzo es una verdadera conquista que tiene recompensas inigualables. Así se debieron sentir Pizarro, Cortes y hasta el propio Colón cuando divisaron estas tierras por primera vez.

Colombia es un país infinitamente bello y variopinto. Cada centímetro cuadrado de su suelo esconde misterios por descubrir que son un verdadero disfrute para el alma. Es mi cuarta venida a la costa en moto y espero que no sea la última.

Ha sido una gran alegría y un absoluto privilegio viajar como motero por casi 10 años y disfrutar del esplendor cultural de este país. Los viajes en moto implican más riesgo que tejer en una mecedora, es cierto, pero solo quien lo vive es quien entiende la profunda libertad y gozo absoluto que produce cada milímetro de recorrido. Espero que esto responda a mas de 37 queridos amigos y familiares que me han preguntado... ¿y porque en moto? Jajajaja... Un abrazo a todos.

 


 

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