La firma de una ley que buscaba darle orden a la educación superior en Colombia tras la profunda liberación educativa promovida por el Olimpo Radical le dio vida a la Universidad Nacional, la más importante en la historia del país y en la que se han formado innumerables pensadores, líderes, investigadores, científicos y profesionales que han ayudado a transformar a Colombia.
El 22 de septiembre el presidente Santos Acosta, junto con otros intelectuales, firmó la ley 66 que le dio vida. Para su funcionamiento la universidad recibió bienes expropiados a la Iglesia como los conventos de Santa Inés y Santa Clara, El Carmen y La Candelaria, el colegio San Bartolomé y parte del Hospital de la Caridad. En las instalaciones de estos bienes desamortizados comenzaron a funcionar las facultades de derecho, medicina, ciencias naturales, filosofía, y artes y oficios.
La recién fundada Universidad Nacional empezó el 3 de enero de 1868 y tenía el deber de remediar el daño causado durante 16 años de ausencia de una institución de educación superior y restituirse para formar una nación ilustrada y progresista.
La gran característica de la Universidad Nacional de 1868 fue la libertad en todo sentido; era laica, no monopolizaba ningún género de estudios, las carreras se ampliaron y los estudiantes se inclinaban menos por la jurisprudencia y más por carreras como la ingeniería, consideradas más útiles. Se contaba con diversidad de estudiantes provenientes de varias regiones del país y del extranjero.
Entre 1820 y 1840 la educación se convirtió en una de las principales preocupaciones de los gobiernos republicanos. El nuevo Estado clamaba por la formación en las ciencias útiles y necesitaba ampliar la clase dirigente y capacitarla para que asumiera sus nuevas tareas en la administración pública y en las actividades rurales. Para ese tiempo, la educación oficial se encontraba en medio de los debates de quienes proponían mantener el orden colonial, y por lo tanto la educación en manos de la iglesia, y los que proclamaban la libertad y la instrucción laica y abierta.
En 1824 fue fundada la Universidad Pública de Bogotá, que llamaron en ese momento Universidad Central, verdadero origen de la Universidad Nacional, pero sus comienzos no fueron los mejores.
Rufino José Cuervo describió la lamentable situación de la Universidad: "La Universidad. no presentaba un cuadro menos doloroso. el desarreglo y la injusticia reinaban en las asignaciones de los catedráticos y empleados, y la disciplina era ninguna para los jóvenes que estudiaban en ella.". La Universidad se esforzó por fomentar las ciencias naturales y superar el esquema colonial de la medicina, la teología y el derecho; sin embargo, a finales de 1836 estas carreras seguían siendo lás más requeridas.
El 15 de mayo de 1850 José Hilario López suprimió las universidades y el 19 de agosto de 1853 prohibió la expedición de títulos universitarios. Estas medidas se tomaron bajo la creencia de que la influencia religiosa en la educación generaba privilegios y desigualdades. Tantas fueron las libertades, que las universidades fueron convertidas en colegios y se suprimieron los títulos para el ejercicio profesional, con excepción de los farmacéuticos. Con esto se pretendía suprimir las desigualdades que se generaban entre empíricos y graduados, y llevar la libertad de enseñanza a sus expresiones máximas.
Dos décadas después, cuando la mayoría de radicales quería llevar las libertades individuales de imprenta y pensamiento a toda la sociedad, un grupo de intelectuales masones rescató la idea de crear una universidad pública que sirviera de ejercicio pedagógico de estos principios.
Es así como, con cerca de 300 estudiantes, abrió sus puertas la Universidad Nacional en 1868, pero con muy precarios recursos. Tenía las escuelas de medicina, con 4 profesores y 36 estudiantes; ciencias naturales, con 4 profesores y 35 estudiantes; ingeniería, con 3 profesores y 36 estudiantes, y filosofía y letras, con 17 profesores y 228 estudiantes. Por ejemplo, la escuela de artes y oficios tuvo que ser eliminada porque exigía un gasto extraordinario de 24.000 pesos para instalar los talleres y comprar la maquinaria. Al suprimirse esta escuela, los alumnos tuvieron que trasladarse a la de literatura y filosofía. Se carecía de herbario, de colección zoológica y de laboratorios químicos para el aprendizaje de botánica, física y matemáticas.
Por otro lado tampoco fue fácil para los radicales desmontar el sistema colonial en la educación, especialmente por la oposición de la Iglesia, que rechazaba las enseñanzas utilitaristas y sensualistas que se enseñaban en la Universidad. El rector renunció en 1870 por considerar que la orientación que se le estaba dando a la enseñanza era muy política y poco científica, lo que entorpecería su solidez y permanencia.
José María Samper decía, con motivo de la creación de la Universidad Nacional, que "por fortuna, después de un eclipse universitario de 16 años, el buen sentido, viniendo del auxilio del patriotismo, ha hecho renacer en 1867, con el carácter único y nacional, este cuerpo que rectores, profesores y alumnos, unidos por el amor a la ciencia, forman hoy, restituyendo a la Universidad su vida y a las letras un santuario seguro y respetable".
A pesar de los múltiples tropiezos se creó la Universidad Nacional, que aunque en un primer impulso no dio los resultados esperados de progreso y civilización, en 1872 la instrucción científica, la libertad y el humanismo fueron las cualidades que la caracterizaron. Por fin, los progresos de la Universidad empezaban a sentirse durante la rectoría de Jacobo Sánchez en 1873. La Universidad crecía en reputación, número de alumnos, competencia y profundidad en las enseñanzas.
Desde esta época la Universidad Nacional se fue consolidando como el alma máter de la educación superior de Colombia.
*Historiadora