TERMINA LA ESCLAVITUD
La segunda liberación

Varias décadas tuvieron que esperar los esclavos desde la Independencia antes de obtener la prometida libertad y más de 500 años para que se les reconocieran sus derechos.

Por Dolcey Romero Jaramillo *

Mis hermanos, desde hoy se acabaron los esclavos en la Nueva Granada; y es por eso que los saludo en este día, el más solemne, el más bello que ha tenido la República. es el día en que ha desaparecido para siempre de entre nosotros el odioso título de señor y de esclavo, y en el que ninguno de nuestros hermanos llevará más colgada de su cuello la poderosa y negra cadena de la servidumbre". Con estas palabras el gobernador de la provincia de Cartagena, Juan José Nieto, iniciaba su discurso para celebrar, en frente de una multitud, la abolición de la esclavización en Colombia el primero de enero de 1852. Nieto terminó su discurso arengando a la multitud: "¡Viva la Nueva Granada! ¡Viva la libertad! ¡Viva la República.¡ ¡Viva la democracia! ¡Viva la administración López!".

Al igual que en Cartagena, numerosos actos públicos se realizaron en todo el país para celebrar el triunfo de la libertad con ruidosas fiestas en las que se entregaron las certificaciones de libertad a los esclavizados y vales a los esclavistas en pago por la libertad de estas personas. En poblaciones del Caribe neogranadino, "en medio de numeroso público, música, bailes y aclamaciones se colocó en la cabeza de los recién liberados las palabras de libertad, igualdad y fraternidad".

En Barranquilla las celebraciones se iniciaron con un tedéum. "Después de este acto se colocó el retrato del ciudadano presidente, general José Hilario López, en la sala de sesiones de la Sociedad Democrática. Por la tarde, presidido por la Junta de Manumisión, tuvo lugar en la plaza de la Iglesia Parroquial el acto de romper las cadenas de la esclavitud a 70 seres que gemían bajo su peso, cuyo acto dispuso dicha junta con el entusiasmo y solemnidad digno del objeto para dar cumplimiento a lo dispuesto por la Ley de Manumisión, expedida el 21 de mayo de 1851, pero que entró en vigencia el primero de enero de 1852".

Un largo camino

Con la abolición de la esclavización el primero de enero de 1852 culminó el largo proceso de manumisión republicana iniciado 40 años atrás con la expedición de la Constitución de Cartagena de 1812. Allí se legisló por primera vez en Colombia sobre la libertad de las personas esclavizadas; libertad que jamás se concretó debido al fracaso del proyecto político cartagenero producto de la Reconquista Española en 1815, comandada por Pablo Morillo. No obstante, este personaje logró lo que esa Constitución no pudo: otorgar la libertad a muchos esclavizados a cambio de la colaboración con la causa española.

Precisamente debido al contexto en el que se inició y desarrolló la discusión sobre la abolición, como el de la guerra de Independencia, el problema de la esclavización, más que un tema humanitario, se convirtió en una consigna política con la que se buscó insistentemente ganar adeptos y posar como demócratas, benefactores del prójimo o como modernos. Esto fue lo que hizo Simón Bolívar en 1816, que para salirle al paso a la propuesta de libertad ofrecida por los españoles, les prometió también libertad a cambio de la vinculación al ejército patriota.

El espinoso tema de la libertad de los esclavizados se discutió después de la Independencia, en el Congreso de Cúcuta. Allí, uno de los aspectos más debatidos fue la Ley de Libertad de Vientres, sancionada el 19 de julio de 1821, y cuyo texto fue una conciliación entre los abolicionistas y los antiabolicionistas. Esta ley sólo se aprobó cuando se protegió el derecho a la propiedad privada de los esclavistas, expresada en la consigna de "ser generosos con los esclavos sin dejar de serlo con los amos".

Este fue el salvavidas al que se aferraron los antiabolicionistas liderados por José Manuel Restrepo, Domingo Briceño y el cartagenero Ildefonso Méndez, entre otros. Este grupo aprobó la ley, solo cuando se les garantizó la defensa de sus intereses, que se protegieron con el polémico artículo 2 de dicha ley, donde se estableció "que los hijos de las esclavas que nacieran a partir de 1821 serían libres en la medida en que les trabajaran a los amos de sus madres durante 18 años". Con esto no solo aplazaban la libertad hasta 1839, sino que otorgaban la libertad a un reducido número de personas y no a todo los esclavizados, tal y como se le había prometido en el transcurso del proceso de independencia.

A esta fórmula debió finalmente adherirse Bolívar, con lo que contradecía su posición inicial de libertad absoluta, inmediata y sin restricciones. Contra los intereses económicos de los esclavistas, nada tenía que hacer la palabra empeñada de Bolívar, ni los preceptos liberales y modernos que habían guiado la guerra de independencia: libertad, igualdad y fraternidad.

Fecha postergada

A partir de ese momento, para los hijos de esclavizadas nacidos en 1821, el año 1839 se convirtió en el centro de sus expectativas ya que en esa fecha debían obtener su libertad al cumplir el requisito de los 18 años de trabajo. Pero llegado el momento el Estado comenzó a postergar su compromiso hasta que el 29 de mayo de 1842 no solo aplazó por cinco años más la libertad de los que debían obtenerla en 1839, sino que se reabrió el tráfico de personas esclavizadas que había sido prohibido en 1821.

A esta nueva frustración la población esclavizada respondió con el recurso de escapar para convertirse en cimarrones, prófugos del sistema. En efecto, esta fue una práctica recurrente durante varios siglos, pero en 1840 y especialmente en 1842 el cimarronaje alcanzó su máxima intensidad, como respuesta lógica al incumplimiento de lo establecido en la ley.

La presión del imperio inglés sobre los países latinoamericanos para que acabaran con la esclavitud, el incremento del cimarronaje, el ascenso del liberalismo al poder y sobre todo la entrada en escena de la Generación del 48 -llamada así por quienes consideraban la Constitución de Cúcuta un producto inacabado debido a la influencia de la revolución de ese año en Francia- fueron sentando las bases para que la abolición apareciera de nuevo como consigna política y como el aspecto más llamado a corregir de la Constitución de 1821.

Desde su llegada a la presidencia en 1850, José Hilario López no solo defendió la norma de "ser generoso con los esclavizados sin dejar de serlo con los propietarios". Además se inclinó por un proceso a largo plazo. Solo la presión que se hizo desde el Congreso, la prensa, las sociedades democráticas y la ejercida por los esclavizados lo llevaron a la abolición absoluta.

El debate parlamentario sobre la abolición se inició en marzo y concluyó en mayo de 1851. Cuando la abolición era inminente, conservadores y liberales zanjaron sus diferencias y contradicciones, y en un solo bloque defendieron la fórmula de abolición con indemnización. Solo cuando el Estado les garantizó el pago de los esclavos que iban a ser liberados aprobaron finalmente la Ley de Manumisión el 21 de mayo de 1851, para que entrara en vigencia el primero de enero de 1852, fecha en que aproximadamente 16.000 esclavizados accedieron a la libertad por la vía de la manumisión republicana.

Si bien la ley abolió la esclavización, esta no podía abolir el racismo, la falta de igualdad y de fraternidad entre los colombianos. Y no obstante que en los discursos pronunciados en los actos de manumisión y abolición se precisaba que a partir de ese momento los esclavos entraban a gozar de iguales derechos, a estos se les negó constitucionalmente el derecho a ejercer la ciudadanía durante todo el siglo XIX y tuvieron que esperar 500 años para que en teoría se reconocieran sus derechos.

A la violación continua los derechos fundamentales que históricamente han sufrido los afrocolombianos debemos adicionarle la expulsión que en los últimos años han sufrido de sus regiones, producto de la guerra librada en el país que los ha convertido en gran número en desterritorializados, en desplazados y en trashumantes.

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